El hospedaje en un hotel tiene sus ventajas, aunque también inconvenientes. Si el viajero busca enriquecerse de la experiencia, y alcanzar la simbiosis con el entorno, integrándose en la forma de vida del lugareño, la magia termina cuando al atravesar las puertas del hotel recuerdas que eres un turista, como cualquier otro.
El turista en Cuba es igual que el turista en cualquier otro país. A su llegada al hotel es agasajado con múltiples ofertas dirigidas a mostrar la isla al viajero. Hay paquetes para todos los gustos: Cultural, playero, político, rural, aventurero...
Nosotras queríamos estar a nuestro aire, pero todo el mundo nos dijo que había cosas que no debíamos perdernos, como la visita a Varadero y a Pinar del Río.
Después de preguntar por un paquete que incluía Matanzas, Cienfuegos y Santa Clara, ciudad que era nuestro verdadero objetivo. Y tras constatar que el grupo necesario para llevar a cabo dicho viaje no se había formado, decidimos contratar para el lunes una visita a Varadero.
El autobús tenía su primera parada en nuestro hotel, a las seis de la mañana. El viaje dura cuatro horas, más o menos. Varadero pertenece a Matanzas. El viaje por Matanzas resultó hermoso. La ciudad fue fundada en 1693 y está surcada por tres ríos: Yumurí, San Juan y Canímar.
El guía nos contó brevemente la Historia de Cuba, y algunas curiosidades sobre los lugares por donde pasaba en vehículo. Al otro lado de la ventana te asaltaba el verde de los campos llanos, y el azul del mar y los ríos.
El autobús paró en distintos complejos turísticos, según el presupuesto invertido. Nosotras compramos el más económico que te deja en un Centro Comercial, cuyas escaleras te llevan a la playa. Teníamos derecho a un almuerzo y a una toalla que nos dieron en una taquilla para guardar ropa.
Las tumbonas y las sombrillas son propiedad de los Meliá, y no podían usarse. El paisaje era de ensueño. Un inmenso mar azul cruzado por una línea celeste. Arena sedosa y fina, blanca como la planta de los pies. Cálida el agua y templado el suelo. Pero se respiraba tristeza, en contraste con la alegría diaria a la que habíamos asistido desde nuestra llegada. La razón de esa triste atmósfera se debía a que nos habíamos colado en una reserva capitalista dentro del paraiso socialista. La reserva del turista. Allí faltaba lo mejor de Cuba, el pueblo cubano. En su lugar, la playa estaba semi llena de turistas españoles y de otras nacionalidades, degustando los recursos naturales de la isla, pero apartados del pueblo. Matrimonios de "orden", él leyendo El Mundo, con polo blanco y banderita española en la solapa. Disfrutamos un rato de la playa, en compañía de una chica mallorquina. Dimos un paseo y nos fuimos a comer.
El centro comercial era como cualquiera en España, solo que los objetos de souvenir eran motivos cubanos: Cocotaxis de madera, maracas, pelotitas de béisbol... y revolucionarios, el Che Guevara.
Tengo que admitir que sentí dolor profundo por ver la figura del Comandante vendiéndose como los posters de Madonna en el Corte Inglés. Me negué a comprar nada que tuviera que ver con él, considerándolo una falta de respeto. La frase "Comprar al Che" me resulta repulsiva. Jamás he comprado nada con la cara del Comandante, tampoco en España. Ni camiseta, ni gorra, ni banderas. Y tampoco lo hice en Cuba.
El lugar era topográficamente hermoso, pero triste, por que era la prueba más fehaciente de cómo el bloqueo económico daña a la Revolución, obligando a la isla a ceder pequeños rincones paradisiacos a empresas foráneas hosteleras que las explotan, como lo explotan todo en sus paises de origen. Es la única vía que tienen para acceder a la divisa, tan necesaria para afrontar las duras sanciones que el Sherif Yankee les ha impuesto. No se le puede criticar, porque necesitan el turismo como agua de mayo, y los turistas quieren estar así, en complejos de lujo. Los señores que leen El Mundo con polo blanco y solapa de bandera de España no están interesados en conocer el modo de vida de los cubanos, sino que buscan sentirse ricos en un país con grandes dificultades económicas.
Deseando salir de la reserva y volver a Cuba, al pueblo cubano, nos encaminamos hasta el autobús, lanzando una furtiva mirada a una postal del Che, para despedirme del Comandante y decirle en silencio: "Comandante, solo espero que el uso comercial de tu imagen sirva en este caso para redistribuir la riqueza, y que la divisa se quede aquí, pero es detestable"
Por la noche cenamos con la pareja de valencianos, cuya experiencia varadera parecía haber sido mejor que la nuestra.
martes, 28 de diciembre de 2010
viernes, 17 de diciembre de 2010
Un paseo por el mercado. La Regla cubana. Guanabacoa.
La mañana del domingo la aprovechamos visitando un mercado agroalimentario. En la Habana se establecen mercados estatales y cooperativos. Los segundos suelen estar mejor surtidos, pero los precios de los productos son menos económicos.
Los mercados tienen el aspecto de lo que habitualmente solemos llamar en España "Los gitanos" o "El piojillo". Es decir, mercados ambulantes, con sencillos puestos o establecimientos, fabricados con materiales ligeros, fácilmente montables y desmontables. En ellos se venden productos agrarios típicos de la zona del Caribe. Yuca, guayaba, plátano, mamoncillos, maní, aguacates, papas, boniatos. Son nombres, aspectos y texturas extraños para un Europeo. De vez en cuando una mujer te ofrece una "javita", que es una bolsa de plástico. La bolsa de plástico suele estar muy valorada y se vende por un precio de cincuenta céntimos de peso más o menos. La razón de que se le otorgue tal valor es porque escasea, siendo el plástico un derivado del petróleo.
Llama la atención que sea visto como elemento de avance cuando en algunos países Europeos se tiende a su eliminación, alegando que daña el medio ambiente.
De hecho, en algunos paises centro Europeos las tiendas te venden una o dos bolsas de plástico grandes que la gente aprovecha hasta que se rompen. En España suele usarse el carro de la compra con ruedas.
Muchos extranjeros llenan sus maletas de bolsas de plástico para poder regalarlas en las Isla. Es una práctica ésta que me choca y me desalienta. Llegar allí cargado de javitas, caramelos y demás "chuches" del mundo capitalistas, mostrándoles lo que presuntamente nos sobra. Algunos esperan toparse con un extranjero para llevarse algún extra a casa, otros sonríen y agradecen, y muchos se sienten humillados.
En el mercado venden también productos cárnicos, lácteos y huevos. Rafael, que a estas alturas del relato y de nuestras vidas era y es nuestro primo cubano, nos guiaba animado en su interés particular de que conociésemos la vida diaria de un cubano.
Compró yuca y aguacates, y me hizo probar una tableta de maní con azúcar tostada. Nos explicó que los productos no siempre se encuentran con facilidad. A veces no hay papas, a veces no hay huevos. Cuando pensamos en los hiper mercados sobre surtidos de alimentos en el mundo capitalista y los comparamos con estos mercados, muchas veces solemos olvidarnos de que el sistema de producción es distinto. El sistema de explotación al que somos sometidos los trabajadores es extensivo a los vegetales y los animales. Es decir, siempre hay huevos, porque mantienen a las gallinas confinadas en naves con luz artificial. Siempre hay papas, y todo tipo de tubérculos y vegetales, porque el ciclo vegetal y animal no existe en el mundo capitalista, y se altera mediante el uso de la química y la tecnología.
Debemos reflexionar sobre esos temas, ya que una de las razones que está llevando a la alteración de nuestro medio ambiente es esa relación histérica con él.
Mientras hablábamos de la problemática productiva particular de Cuba no podía evitar acordarme de mi abuela o mi padre cuando afirman que la fruta de "antes" sabía mejor.
Por la tarde fuimos a visitar al hermano de Rafael, que vive en Guanabacoa, perteneciente al Municipio de Regla.
Regla es un nombre familiar para los andaluces ya que existe una virgen de Regla en Chipiona, que es también, negra. Es de origen cubano, y antes africano. Una pervivencia de la religión africana dentro del catolicismo.
El sincretismo de las religiones durante la historia se ha traducido en la asimilación de las tradiciones y el mestizaje. Muchas de las festividades religiosas de nuestro calendario corresponden con antiguas celebraciones paganas. Pues del mismo modo, la Virgen de Regla representa a Yemayá, que es la dueña de los océanos.
La santería y el cristianismo se mezclan en Cuba con otras religiones. Existen muchas personas que practican y creen en el espiritismo, que nada tiene que ver con la OuiJa.
De todos estos temas pudimos hablar con el hermano y el primo de Rafael. Vive en una casita muy sencilla, a la que se accede a través de un porche, cuya puerta siempre está abierta. Su hija es dentista, y explicó lo sacrificado de la vida de un médico en Cuba, ya que la medicina es un servicio y no un acto lucrativo.
Nos hablaron de su vida de militares, y contaron anécdotas sobre la Revolución, y las luchas de liberación en África, donde Rafael ha estado.
Nos hablaron de Fidel, Raul, de lo sacrificado de un guerrillero, de las luces y las sombras. Poco a poco se hizo de noche, allí en familia, sintiéndonos como en casa. Tan lejos y tan cerca.
Volvimos a la Habana en el coche de Leandro, el cirujano.
Los mercados tienen el aspecto de lo que habitualmente solemos llamar en España "Los gitanos" o "El piojillo". Es decir, mercados ambulantes, con sencillos puestos o establecimientos, fabricados con materiales ligeros, fácilmente montables y desmontables. En ellos se venden productos agrarios típicos de la zona del Caribe. Yuca, guayaba, plátano, mamoncillos, maní, aguacates, papas, boniatos. Son nombres, aspectos y texturas extraños para un Europeo. De vez en cuando una mujer te ofrece una "javita", que es una bolsa de plástico. La bolsa de plástico suele estar muy valorada y se vende por un precio de cincuenta céntimos de peso más o menos. La razón de que se le otorgue tal valor es porque escasea, siendo el plástico un derivado del petróleo.
Llama la atención que sea visto como elemento de avance cuando en algunos países Europeos se tiende a su eliminación, alegando que daña el medio ambiente.
De hecho, en algunos paises centro Europeos las tiendas te venden una o dos bolsas de plástico grandes que la gente aprovecha hasta que se rompen. En España suele usarse el carro de la compra con ruedas.
Muchos extranjeros llenan sus maletas de bolsas de plástico para poder regalarlas en las Isla. Es una práctica ésta que me choca y me desalienta. Llegar allí cargado de javitas, caramelos y demás "chuches" del mundo capitalistas, mostrándoles lo que presuntamente nos sobra. Algunos esperan toparse con un extranjero para llevarse algún extra a casa, otros sonríen y agradecen, y muchos se sienten humillados.
En el mercado venden también productos cárnicos, lácteos y huevos. Rafael, que a estas alturas del relato y de nuestras vidas era y es nuestro primo cubano, nos guiaba animado en su interés particular de que conociésemos la vida diaria de un cubano.
Compró yuca y aguacates, y me hizo probar una tableta de maní con azúcar tostada. Nos explicó que los productos no siempre se encuentran con facilidad. A veces no hay papas, a veces no hay huevos. Cuando pensamos en los hiper mercados sobre surtidos de alimentos en el mundo capitalista y los comparamos con estos mercados, muchas veces solemos olvidarnos de que el sistema de producción es distinto. El sistema de explotación al que somos sometidos los trabajadores es extensivo a los vegetales y los animales. Es decir, siempre hay huevos, porque mantienen a las gallinas confinadas en naves con luz artificial. Siempre hay papas, y todo tipo de tubérculos y vegetales, porque el ciclo vegetal y animal no existe en el mundo capitalista, y se altera mediante el uso de la química y la tecnología.
Debemos reflexionar sobre esos temas, ya que una de las razones que está llevando a la alteración de nuestro medio ambiente es esa relación histérica con él.
Mientras hablábamos de la problemática productiva particular de Cuba no podía evitar acordarme de mi abuela o mi padre cuando afirman que la fruta de "antes" sabía mejor.
Por la tarde fuimos a visitar al hermano de Rafael, que vive en Guanabacoa, perteneciente al Municipio de Regla.
Regla es un nombre familiar para los andaluces ya que existe una virgen de Regla en Chipiona, que es también, negra. Es de origen cubano, y antes africano. Una pervivencia de la religión africana dentro del catolicismo.
El sincretismo de las religiones durante la historia se ha traducido en la asimilación de las tradiciones y el mestizaje. Muchas de las festividades religiosas de nuestro calendario corresponden con antiguas celebraciones paganas. Pues del mismo modo, la Virgen de Regla representa a Yemayá, que es la dueña de los océanos.
La santería y el cristianismo se mezclan en Cuba con otras religiones. Existen muchas personas que practican y creen en el espiritismo, que nada tiene que ver con la OuiJa.
De todos estos temas pudimos hablar con el hermano y el primo de Rafael. Vive en una casita muy sencilla, a la que se accede a través de un porche, cuya puerta siempre está abierta. Su hija es dentista, y explicó lo sacrificado de la vida de un médico en Cuba, ya que la medicina es un servicio y no un acto lucrativo.
Nos hablaron de su vida de militares, y contaron anécdotas sobre la Revolución, y las luchas de liberación en África, donde Rafael ha estado.
Nos hablaron de Fidel, Raul, de lo sacrificado de un guerrillero, de las luces y las sombras. Poco a poco se hizo de noche, allí en familia, sintiéndonos como en casa. Tan lejos y tan cerca.
Volvimos a la Habana en el coche de Leandro, el cirujano.
domingo, 7 de noviembre de 2010
Las Playas del Este. El malecón de noche.
El fin de semana lo planeamos con sabor a playa. El sábado por la mañana nos dirigimos a las Playas del Este.
Quedamos, de nuevo, con la pareja valenciana, Silvia y Txua. Fuimos en taxi hasta el Parque Central, donde hay una parada de autobuses que conducen a las Playas del Este. Las playas del Este están, más o menos a 30 km de La Habana, y son zonas de residencia estival. Están en el siguiente orden: Bucaranao, Megano, Santa María del Mar, Boca Ciega, Guanabo, Jibacoa y Tropico.
Nos quedamos en la última. El lugar resulta paradisiaco, aunque el entorno está urbanizado. Hay una bajada a la playa con un aparcamiento o "parqueo", así le llaman ellos, donde los cubanos pagan en pesos cubanos y los turistas en divisa.
Observamos los edificios, bloques de pisos, similares a los existentes en la ciudad, solo que más bajos, y con estilo playero. Son áreas residenciales con aspecto de ciudad jardín. Fotografiamos un autobús cedido por los Pastores de la Paz de EEUU, estaba adornado con pintadas anti bloqueo y de apoyo a la revolución, era un autobús escolar típico americano.
Bajamos por el sendero donde se encontraba el parqueo. Había un chiringuito del que salían dos jóvenes con comida envasada en cajas de cartón, para venderla en la playa.
A la entrada había un sitio de alquiler de sombrillas y tumbonas; a 1 cuc la sombrilla y 3 cuc la tumbona, por el tiempo que estuvieras.
Cogimos 2 sombrillas y 4 tumbonas. Nos dimos nuestro segundo baño caribeño, esta vez en aguas más apetecibles que la vez anterior. La blanca y finísima arena se incrustaba en los poros, quedando tatuada en la piel. El agua es azul marino, cerca de la orilla, y se ve una línea celeste en el horizonte, para luego continuar azul marino, y cristalina. Nos metimos sin dudarlo, sabiendo ya que su temperatura es cálida, y no te va a dar un calambre al entrar, como suele ocurrir en las playas onubenses, o en algunas gaditanas.
Luego nos dispusimos a tomar asiento en la tumbona, protegidos por la sombrilla, ya que la perpendicularidad de los rayos solares sobre la capa atmosférica, eso que hace que el trópico tenga ese clima y esa amplitud térmica, se advierte de un modo sistemático sobre nuestras europeos cuerpos, aunque vengamos del Mediterráneo. La absorción de calor es mucho más amplia que en España, y el calor a palo seco, más inaguantable. Vamos, que no se aguanta mucho "de cara al sol" en el Caribe, será por eso que hay pocos fascistas.
Personalmente continué mi estudio particular sobre el estilo de vida cubano, basado en la observación. Se ve que en Cuba, como en España, y como supongo en medio mundo, se lleva también el estilo dominguero, o playero de fin de semana. Las familias cubanas alquilaban las sombrillas (no pude saber si al mismo precio o en peso cubano, pero las mismas que nosotros). El dato que más salta a la vista es que están casi todo el rato comiendo: Fruta (mamoncillos y uvas), carne de cerdo y pollo (en porciones que compraban en los envases de cartón) o pescado.
La fruta es vendida por vendedores ambulantes y la comida sale de los chiringuitos.
Como venía siendo constumbre un hombre se presentó, mejor dicho, se incorporó a nuestra conversación. Estaba en la playa con su hija, su atuendo recordaba al de un pijo español (gorrita y camiseta estilo polo) Todo lo que llevaba puesto eran regalos de su hermano, que vive en Mallorca, con una mujer española. Estaba resentido por haber tenido, según él, peor suerte que su hermano, del que habló de modo desconsiderado. Acusaba a todos, a su hermano, su cuñada española, Fidel Castro, Raul Castro, de su gran desdicha. Los primeros por no darle asilo en su casa en España, y no enivarle remesas. Los segundos por establecer un sistema comunista en la isla que les tenía "así de mal".
Mientras decía esto, observé en su sombrilla que no le faltaba un perejil. Luego comentó que él no necesitaba trabajar para vivir, y que su hija era una chica muy inteligente y bien preparada. Que los jóvenes cubanos eran cultos e inteligentes. Qué el gran problema de Cuba era que la gran mayoría de los cubanos son fidelistas, y por tanto, así no podían cambiar las cosas. Se lamentaba de que su madre no quería irse de Cuba, y él estaba condenado a cuidarla de por vida. Al referirse a Fidel hizo un gesto con la mano, tocándose la barba. Luego se volvió a la sombrilla, compró comida y se sentó a comer.
A las 15.00 el calor era insoportable, y los rayos de sol parecían alfileres clavándose sin piedad en mis piernas. No podíamos resistir más y decidimos volver a la Habana.
Durante la noche, tras cenar, nos fuimos al Malecón, donde se celebraba un Festival de Salsa, en la Tribuna Anti Imperialista.
Estaba lleno de gente joven, y más que salsa, lo que sonó fue reaggeton, que hace furor también en la isla. Durante la noche, el Malecón está iluminado hasta cierta hora, muy poco iluminado, no obstante. Casi todo el recorrido que da a la zona habitada está vigilado por policías, que se colocan de dos en dos.
La seguridad en Cuba se realiza de modo preventivo. Hay una vigilancia abundante en todas las calles.
Rafael Migueles nos comentó que la misión de esta policía es proteger a la gente de posibles delincuentes, y que este sistema de seguridad fue desarrollado a petición de la mayoría. Si observan alguna persona en actitud extraña, o si alguien les requiere, o si ven a alguna persona con aspecto delincuente que no es habitual de la zona, le toman los datos, y le informan de que está siendo vigilado.
El Malecón es punto de encuentro de parejas y grupos de amigos. A simple vista resulta romántica su visión, alumbrado, ya, tan solo, por la luz de la luna.
Quedamos, de nuevo, con la pareja valenciana, Silvia y Txua. Fuimos en taxi hasta el Parque Central, donde hay una parada de autobuses que conducen a las Playas del Este. Las playas del Este están, más o menos a 30 km de La Habana, y son zonas de residencia estival. Están en el siguiente orden: Bucaranao, Megano, Santa María del Mar, Boca Ciega, Guanabo, Jibacoa y Tropico.
Nos quedamos en la última. El lugar resulta paradisiaco, aunque el entorno está urbanizado. Hay una bajada a la playa con un aparcamiento o "parqueo", así le llaman ellos, donde los cubanos pagan en pesos cubanos y los turistas en divisa.
Observamos los edificios, bloques de pisos, similares a los existentes en la ciudad, solo que más bajos, y con estilo playero. Son áreas residenciales con aspecto de ciudad jardín. Fotografiamos un autobús cedido por los Pastores de la Paz de EEUU, estaba adornado con pintadas anti bloqueo y de apoyo a la revolución, era un autobús escolar típico americano.
Bajamos por el sendero donde se encontraba el parqueo. Había un chiringuito del que salían dos jóvenes con comida envasada en cajas de cartón, para venderla en la playa.
A la entrada había un sitio de alquiler de sombrillas y tumbonas; a 1 cuc la sombrilla y 3 cuc la tumbona, por el tiempo que estuvieras.
Cogimos 2 sombrillas y 4 tumbonas. Nos dimos nuestro segundo baño caribeño, esta vez en aguas más apetecibles que la vez anterior. La blanca y finísima arena se incrustaba en los poros, quedando tatuada en la piel. El agua es azul marino, cerca de la orilla, y se ve una línea celeste en el horizonte, para luego continuar azul marino, y cristalina. Nos metimos sin dudarlo, sabiendo ya que su temperatura es cálida, y no te va a dar un calambre al entrar, como suele ocurrir en las playas onubenses, o en algunas gaditanas.
Luego nos dispusimos a tomar asiento en la tumbona, protegidos por la sombrilla, ya que la perpendicularidad de los rayos solares sobre la capa atmosférica, eso que hace que el trópico tenga ese clima y esa amplitud térmica, se advierte de un modo sistemático sobre nuestras europeos cuerpos, aunque vengamos del Mediterráneo. La absorción de calor es mucho más amplia que en España, y el calor a palo seco, más inaguantable. Vamos, que no se aguanta mucho "de cara al sol" en el Caribe, será por eso que hay pocos fascistas.
Personalmente continué mi estudio particular sobre el estilo de vida cubano, basado en la observación. Se ve que en Cuba, como en España, y como supongo en medio mundo, se lleva también el estilo dominguero, o playero de fin de semana. Las familias cubanas alquilaban las sombrillas (no pude saber si al mismo precio o en peso cubano, pero las mismas que nosotros). El dato que más salta a la vista es que están casi todo el rato comiendo: Fruta (mamoncillos y uvas), carne de cerdo y pollo (en porciones que compraban en los envases de cartón) o pescado.
La fruta es vendida por vendedores ambulantes y la comida sale de los chiringuitos.
Como venía siendo constumbre un hombre se presentó, mejor dicho, se incorporó a nuestra conversación. Estaba en la playa con su hija, su atuendo recordaba al de un pijo español (gorrita y camiseta estilo polo) Todo lo que llevaba puesto eran regalos de su hermano, que vive en Mallorca, con una mujer española. Estaba resentido por haber tenido, según él, peor suerte que su hermano, del que habló de modo desconsiderado. Acusaba a todos, a su hermano, su cuñada española, Fidel Castro, Raul Castro, de su gran desdicha. Los primeros por no darle asilo en su casa en España, y no enivarle remesas. Los segundos por establecer un sistema comunista en la isla que les tenía "así de mal".
Mientras decía esto, observé en su sombrilla que no le faltaba un perejil. Luego comentó que él no necesitaba trabajar para vivir, y que su hija era una chica muy inteligente y bien preparada. Que los jóvenes cubanos eran cultos e inteligentes. Qué el gran problema de Cuba era que la gran mayoría de los cubanos son fidelistas, y por tanto, así no podían cambiar las cosas. Se lamentaba de que su madre no quería irse de Cuba, y él estaba condenado a cuidarla de por vida. Al referirse a Fidel hizo un gesto con la mano, tocándose la barba. Luego se volvió a la sombrilla, compró comida y se sentó a comer.
A las 15.00 el calor era insoportable, y los rayos de sol parecían alfileres clavándose sin piedad en mis piernas. No podíamos resistir más y decidimos volver a la Habana.
Durante la noche, tras cenar, nos fuimos al Malecón, donde se celebraba un Festival de Salsa, en la Tribuna Anti Imperialista.
Estaba lleno de gente joven, y más que salsa, lo que sonó fue reaggeton, que hace furor también en la isla. Durante la noche, el Malecón está iluminado hasta cierta hora, muy poco iluminado, no obstante. Casi todo el recorrido que da a la zona habitada está vigilado por policías, que se colocan de dos en dos.
La seguridad en Cuba se realiza de modo preventivo. Hay una vigilancia abundante en todas las calles.
Rafael Migueles nos comentó que la misión de esta policía es proteger a la gente de posibles delincuentes, y que este sistema de seguridad fue desarrollado a petición de la mayoría. Si observan alguna persona en actitud extraña, o si alguien les requiere, o si ven a alguna persona con aspecto delincuente que no es habitual de la zona, le toman los datos, y le informan de que está siendo vigilado.
El Malecón es punto de encuentro de parejas y grupos de amigos. A simple vista resulta romántica su visión, alumbrado, ya, tan solo, por la luz de la luna.
domingo, 17 de octubre de 2010
Sara, guerrillera y "mami" de guerrillero.
El camino por la Avenida 23 nos llevó hasta el Jardín Zoológico, situado en Nuevo Vedado. Justo a la espalda se encuentra un conjunto de bloques de pisos habitados, en su mayoría, por antiguos guerrilleros de Sierra Maestra.
La Revolución les ofreció ayuda y ellos edificaron sus propias viviendas. En ese barrio vivieron gente como el Che Guevara, cuya casa está frente al Centro de Estudios, y otros guerrilleros, como Almeida. También Vilma Espín, y Celia, la hermana de Fidel y Raul.
Muchos podríais pensar que es zona privilegiada, por habitar en ella gente tan crucial para la historia de Cuba. Sin embargo, quien piense así, no conoce, en absoluto, el carácter popular y sencillo que tuvo esta revolución. Los revolucionarios, dirigentes o no, no eran considerados personas privilegiadas, de ninguna manera. Muchos de ellos, como es el caso de la familia Migueles-Oduardo, fueron antes de la revolución gente de recursos económicos. Los propios hermanos Fidel y Raul Castro cedieron las propiedades familiares para ser colectivizadas junto al resto de las tierras, durante la reforma agraria. Así mismo, hicieron los Migueles-Oduardo. Y fue un caso muy generalizado. El gobierno revolucionario ofreció a todos una indemnización, que ellos, comunistas convencidos, rechazaron. Todo por la revolución, sin pedir nada a cambio.
El portal es estrecho y la escalera acaracolada. Al igual que en la mayoría de los bloques de piso, por fuera se advierte el efecto del bloqueo, en el desgaste de la pintura. La pintura es un bien caro, al que acceden con dificultad, por lo que cuando la consiguen la invierten en mantener el interior, más que el exterior.
Subimos hasta el piso de "mami". La entrada a los compartimentos, dos en cada planta, se hace a través de una verja, que casi siempre está abierta. Esto es síntoma de la tranquilidad y la seguridad con la que viven. Por detrás de la verja hay dos viviendas, que se comunican. De modo que los vecinos llegan a adquirir vínculos familiares.
Sara nos esperaba en el interior, y nada más vernos nos abrazó con una enorme sinceridad y amor, como si fuéramos alguien muy queridas por ella, de toda la vida. Como si fuéramos hijas, o nietas, o hijas de una hermana. Todavía me emociono cuando lo pienso, aunque yo no sea emotiva. Desde ese día ella forma parte de mi familia también, es nuestra "mami" cubana, y lo será siempre.
Es una mujer muy alta y esbelta, de piel oscura y físico oriental, como Rafael. Es impresionantemente guapa, a pesar de su edad. Tuvo que ser una belleza en su juventud.
Lo primero que cabría resaltar es la hospitalidad cubana. Los vecinos de mami son un matrimonio, también ellos antiguos guerrilleros. La mujer se llama Teresa y el marido tenía un seudónimo de la época guerrillera, que no pongo en pie ahora mismo. Que me corrija Rafael, pero creo que era Ropavieja (1).
Ellos nos dieron la bienvenida, del mismo modo, cariñoso.
Nada más entrar en una casa familiar cubana, te sientes como en tu propia casa. De repente te olvidas de estar en otro país, y a tantos kilómetros, y una gran tranquilidad invade tu cuerpo, como cuando uno vuelve a su casa después de un largo periplo fuera.
El piso tiene un saloncito con un balcón adornado con plantas, que da al zoo. La pintura interior es blanca. Un pasillito te lleva a la cocina, y luego continúa hasta el resto de las habitaciones. Las viviendas son sencillas y de corte obrero como cualquier vivienda de nuestros barrios.
Nos sentamos y ella vino en seguida con unos juguitos de guayaba.
La guayaba es una fruta muy preciada allí, y fácil de conseguir en los mercados agropecuarios, de los que hablaré en otra entrega. Es verde por fuera y rosa por dentro. Su textura es extraña (para mi gusto). Tiene pipas entre su blanda carne. Y con gran sinceridad diré que saboreé el jugo, pero fui incapaz de comerla mordida, en otra ocasión. El jugo es muy dulce.
Luego se sentó con nosotros, y hablamos de sus vínculos con la Revolución. Es fundadora del PCC, y tiene su certificado firmado por Fidel, y entregado por él mismo. Nos enseñó un libro que se publicó con motivo del aniversario donde aparecen todos los fundadores. Y nos habló de su marido, el padre de Rafael, el gallego. De los primeros años de la Revolución, donde jugaron un papel crucial los municipios orientales, como Bayamo, de donde son ellos (Manzanillo). Bayamo es capital de la provincia Granma. La mayoría de los nombres de los municipios cubanos proceden de la etimología nativa. En la provincia de Granmma la Playa de las Coloradas, donde arribó el Granma, con los guerrilleros de Sierra Maestra. Y tuvieron un importante papel en la lucha clandestina, tan importante para hacer triunfar una revolución, así como en el desembarco del Granma.
También nos habló de su extensa familia, repartida por el mundo, algo muy generalizado en Cuba, ya que el bloqueo económico, y la estructura heredada de la dependencia económica, mal que afecta a toda latinoamérica, y otros continentes más subdesarrollados, les ha obligado a la emigración para subsistir. Hay familias divididas, también, desde el punto de vista de la política, y resultado de la guerra que Cuba enfrenta contra el Imperio.
Dentro de una familia cubana, como dentro de una familia española, hay diversidad de opinión en relación a la Revolución y a la política cubana, pero sienten pasión por su familia. Sara nos enseñó con orgullo las fotos de sus nietos, su otro hijo, y habló apasionadamente de ellos.
Con Sara viven Adrián, el hijo de Rafael y Celia, una amiga de la familia de toda ma vida, cuya familia vive en Italia.
Así llegó la hora de almorzar, y haciendo gala, nuevamente, de su hospitalidad, nos invitaron. Sara había preparado garbanzos con arroz, y un centro de ensalada. Como acompañamiento teníamos tostones (plátano frito) y huevos fritos. Después de comer, el delicioso y dulce café cubano. Si vais no perdais la oportunidad de traeros unos paquetes.
Tuvimos la oportunidad de conocer a Rafael, el hijo de Leandro (primo de Rafael Migueles). Es un chico modélico, que se prepara para ingresar en la Universidad. Estudiará medicina, como su padre. Hablamos con él de historia y de política. Y debo decir que me llamó la atención el interés que ponía a la conversación. Algo que no es muy normal entre los jóvenes de su misma edad por aquí, que están más interesados por estímulos materiales o tecnológicos. Comparándolo con otros jóvenes que conozco de su misma edad españoles, se advierte que es mucho más maduro y culto. Está claro que el nivel educativo en Cuba, a igualdad de condiciones, debe ser bastante más alto, pues los jóvenes cubanos suelen tener un conocimiento bastante amplio de la historia de Cuba. No tengo que decir que la mayoría de los españoles, y no solo los jóvenes, tienen un alto desconocimiento de la historia de España.
En otra ocasión hablaremos del sistema educativo cubano que ha conseguido erradicar el analfabetismo en la isla.
Poco después llegaron Adrián con su mujer, y Leandro, quien se presentó como médico cirujano y masón. Nos explicó que la masonería está muy extendida en Cuba, y que los masones tuvieron mucha importancia en la estructuración de la Revolución cubana. Requiere un nivel alto educativo e intelectual, y mucha dedicación, pues desarrollan un sistema de solidaridad entre los diversos miembros que les hace tener que participar activamente. Para ellos ser masón no conlleva ningún sentido peyorativo o oscurantista, como sí lo ha tenido en España, por herencia de la propaganda franquista.
Conversamos sobre España, y Leandro se mostró como un gran conocedor de la Guerra Civil Española. Intercambiamos impresiones sobre la transición y la "democracia" española.
Ya se hacía tarde, así que nos marchamos, prometiendo volver antes de irnos. Caminamos con Rafael en dirección a la guagua que nos devolvería a La Rampa. Pasamos por el bloque de pisos en el que tiene su vivienda Raul Castro, el cual no se diferencia demasiado del resto. Quiero decir que no está individualizada o vallada como en el caso de la vivienda del Primer Ministro Británico, ni vive en un palacio, como La Moncloa, ni en un lugar especial.
Rafael nos explicó que Raul es una persona muy humilde, que no suele acompañarse de escolta, tan solo le acompaña su hijo (2). Y muy familiar. Nos contó muchas anécdotas sobre las personalidades dispares de ambos hermanos.
A la vuelta la guagua estaba más vacía, y lena de jóvenes que salían de "marcha". Fue una jornada maravillosa, en compañía de gente maravillosa.
La Revolución les ofreció ayuda y ellos edificaron sus propias viviendas. En ese barrio vivieron gente como el Che Guevara, cuya casa está frente al Centro de Estudios, y otros guerrilleros, como Almeida. También Vilma Espín, y Celia, la hermana de Fidel y Raul.
Muchos podríais pensar que es zona privilegiada, por habitar en ella gente tan crucial para la historia de Cuba. Sin embargo, quien piense así, no conoce, en absoluto, el carácter popular y sencillo que tuvo esta revolución. Los revolucionarios, dirigentes o no, no eran considerados personas privilegiadas, de ninguna manera. Muchos de ellos, como es el caso de la familia Migueles-Oduardo, fueron antes de la revolución gente de recursos económicos. Los propios hermanos Fidel y Raul Castro cedieron las propiedades familiares para ser colectivizadas junto al resto de las tierras, durante la reforma agraria. Así mismo, hicieron los Migueles-Oduardo. Y fue un caso muy generalizado. El gobierno revolucionario ofreció a todos una indemnización, que ellos, comunistas convencidos, rechazaron. Todo por la revolución, sin pedir nada a cambio.
El portal es estrecho y la escalera acaracolada. Al igual que en la mayoría de los bloques de piso, por fuera se advierte el efecto del bloqueo, en el desgaste de la pintura. La pintura es un bien caro, al que acceden con dificultad, por lo que cuando la consiguen la invierten en mantener el interior, más que el exterior.
Subimos hasta el piso de "mami". La entrada a los compartimentos, dos en cada planta, se hace a través de una verja, que casi siempre está abierta. Esto es síntoma de la tranquilidad y la seguridad con la que viven. Por detrás de la verja hay dos viviendas, que se comunican. De modo que los vecinos llegan a adquirir vínculos familiares.
Sara nos esperaba en el interior, y nada más vernos nos abrazó con una enorme sinceridad y amor, como si fuéramos alguien muy queridas por ella, de toda la vida. Como si fuéramos hijas, o nietas, o hijas de una hermana. Todavía me emociono cuando lo pienso, aunque yo no sea emotiva. Desde ese día ella forma parte de mi familia también, es nuestra "mami" cubana, y lo será siempre.
Es una mujer muy alta y esbelta, de piel oscura y físico oriental, como Rafael. Es impresionantemente guapa, a pesar de su edad. Tuvo que ser una belleza en su juventud.
Lo primero que cabría resaltar es la hospitalidad cubana. Los vecinos de mami son un matrimonio, también ellos antiguos guerrilleros. La mujer se llama Teresa y el marido tenía un seudónimo de la época guerrillera, que no pongo en pie ahora mismo. Que me corrija Rafael, pero creo que era Ropavieja (1).
Ellos nos dieron la bienvenida, del mismo modo, cariñoso.
Nada más entrar en una casa familiar cubana, te sientes como en tu propia casa. De repente te olvidas de estar en otro país, y a tantos kilómetros, y una gran tranquilidad invade tu cuerpo, como cuando uno vuelve a su casa después de un largo periplo fuera.
El piso tiene un saloncito con un balcón adornado con plantas, que da al zoo. La pintura interior es blanca. Un pasillito te lleva a la cocina, y luego continúa hasta el resto de las habitaciones. Las viviendas son sencillas y de corte obrero como cualquier vivienda de nuestros barrios.
Nos sentamos y ella vino en seguida con unos juguitos de guayaba.
La guayaba es una fruta muy preciada allí, y fácil de conseguir en los mercados agropecuarios, de los que hablaré en otra entrega. Es verde por fuera y rosa por dentro. Su textura es extraña (para mi gusto). Tiene pipas entre su blanda carne. Y con gran sinceridad diré que saboreé el jugo, pero fui incapaz de comerla mordida, en otra ocasión. El jugo es muy dulce.
Luego se sentó con nosotros, y hablamos de sus vínculos con la Revolución. Es fundadora del PCC, y tiene su certificado firmado por Fidel, y entregado por él mismo. Nos enseñó un libro que se publicó con motivo del aniversario donde aparecen todos los fundadores. Y nos habló de su marido, el padre de Rafael, el gallego. De los primeros años de la Revolución, donde jugaron un papel crucial los municipios orientales, como Bayamo, de donde son ellos (Manzanillo). Bayamo es capital de la provincia Granma. La mayoría de los nombres de los municipios cubanos proceden de la etimología nativa. En la provincia de Granmma la Playa de las Coloradas, donde arribó el Granma, con los guerrilleros de Sierra Maestra. Y tuvieron un importante papel en la lucha clandestina, tan importante para hacer triunfar una revolución, así como en el desembarco del Granma.
También nos habló de su extensa familia, repartida por el mundo, algo muy generalizado en Cuba, ya que el bloqueo económico, y la estructura heredada de la dependencia económica, mal que afecta a toda latinoamérica, y otros continentes más subdesarrollados, les ha obligado a la emigración para subsistir. Hay familias divididas, también, desde el punto de vista de la política, y resultado de la guerra que Cuba enfrenta contra el Imperio.
Dentro de una familia cubana, como dentro de una familia española, hay diversidad de opinión en relación a la Revolución y a la política cubana, pero sienten pasión por su familia. Sara nos enseñó con orgullo las fotos de sus nietos, su otro hijo, y habló apasionadamente de ellos.
Con Sara viven Adrián, el hijo de Rafael y Celia, una amiga de la familia de toda ma vida, cuya familia vive en Italia.
Así llegó la hora de almorzar, y haciendo gala, nuevamente, de su hospitalidad, nos invitaron. Sara había preparado garbanzos con arroz, y un centro de ensalada. Como acompañamiento teníamos tostones (plátano frito) y huevos fritos. Después de comer, el delicioso y dulce café cubano. Si vais no perdais la oportunidad de traeros unos paquetes.
Tuvimos la oportunidad de conocer a Rafael, el hijo de Leandro (primo de Rafael Migueles). Es un chico modélico, que se prepara para ingresar en la Universidad. Estudiará medicina, como su padre. Hablamos con él de historia y de política. Y debo decir que me llamó la atención el interés que ponía a la conversación. Algo que no es muy normal entre los jóvenes de su misma edad por aquí, que están más interesados por estímulos materiales o tecnológicos. Comparándolo con otros jóvenes que conozco de su misma edad españoles, se advierte que es mucho más maduro y culto. Está claro que el nivel educativo en Cuba, a igualdad de condiciones, debe ser bastante más alto, pues los jóvenes cubanos suelen tener un conocimiento bastante amplio de la historia de Cuba. No tengo que decir que la mayoría de los españoles, y no solo los jóvenes, tienen un alto desconocimiento de la historia de España.
En otra ocasión hablaremos del sistema educativo cubano que ha conseguido erradicar el analfabetismo en la isla.
Poco después llegaron Adrián con su mujer, y Leandro, quien se presentó como médico cirujano y masón. Nos explicó que la masonería está muy extendida en Cuba, y que los masones tuvieron mucha importancia en la estructuración de la Revolución cubana. Requiere un nivel alto educativo e intelectual, y mucha dedicación, pues desarrollan un sistema de solidaridad entre los diversos miembros que les hace tener que participar activamente. Para ellos ser masón no conlleva ningún sentido peyorativo o oscurantista, como sí lo ha tenido en España, por herencia de la propaganda franquista.
Conversamos sobre España, y Leandro se mostró como un gran conocedor de la Guerra Civil Española. Intercambiamos impresiones sobre la transición y la "democracia" española.
Ya se hacía tarde, así que nos marchamos, prometiendo volver antes de irnos. Caminamos con Rafael en dirección a la guagua que nos devolvería a La Rampa. Pasamos por el bloque de pisos en el que tiene su vivienda Raul Castro, el cual no se diferencia demasiado del resto. Quiero decir que no está individualizada o vallada como en el caso de la vivienda del Primer Ministro Británico, ni vive en un palacio, como La Moncloa, ni en un lugar especial.
Rafael nos explicó que Raul es una persona muy humilde, que no suele acompañarse de escolta, tan solo le acompaña su hijo (2). Y muy familiar. Nos contó muchas anécdotas sobre las personalidades dispares de ambos hermanos.
A la vuelta la guagua estaba más vacía, y lena de jóvenes que salían de "marcha". Fue una jornada maravillosa, en compañía de gente maravillosa.
1. Panviejo es el nombre de guerrilla del vecino de mami.
2. Su acompañante es el nieto, y no el hijo.
viernes, 8 de octubre de 2010
Paseamos hasta casa de Mami.
La siguiente mañana fue completita. Rafael pasó por el hotel para buscarnos, y marchamos, en primer lugar, al Cementerio de Colón, de enormes dimensiones, con una gran puerta de mármol edificada por Calixto de Loira, cuyos restos están en la cima de la portada.
Posteriormente caminamos hasta la Plaza de la Revolución, pasamos por un antiguo suburbio que tras la revolución fue convertido en barrio obrero. Por el camino hablamos de cómo en la época dorada del socialismo cubano, la década de los 70 y 80, se edificaron muchos bloques de vivienda destinados a familias obreras. Tomo esta imagen del blog de la mercenaria Yoani, en lo que intenta ser una crítica a la vivienda en La Habana, pero ustedes juzguen y comparen con los barrios obreros y chavolísticos de nuestras ciudades.
Nos contó que la Revolución intentó atajar la prostitución ofreciendo a las mujeres prostitutas formación en el sector que quisieran. La mayoría quisieron ser taxistas, por lo que se consagró un grupo nutrido de mujeres taxistas.
Caminamos hacia la avenida donde se encuentran las que fueron las primeras viviendas de los guerrilleros. Allí se encuentra la casa del Che, y la de Almeida, esta última preciosa, debido a que el guerrillero era albañil y se ocupó de su construcción. Frente a la casa del Che se encuentra el Centro de Estudios Che Guevara, creado con el objeto de difundir la obra y el pensamiento del guerrillero, así como luchar contra la excesiva comercialización de su imagen.
Su directora es Aleida March, la viuda del Che. Y sus hijos administran con ella el Centro. Intentamos entrar pero está de obras. Para los interesados en el tema incluyo este enlace donde se encuentran colgadas cartas, ensayos y otras notas de interés.
http://www.centroche.co.cu/centroche/index.php
En relación a este tema debo contaros que Rafael trajo un regalo especial para mi padre, que ahora tenemos en casa como tesoro, pues es, realmente un tesoro y algo único o muy limitado. El hijo de Rafael, Adrián, el periodista, cuando cubría Bolivia, recibió de su presidente Evo Morales un regalo especial. La reproducción exacta del Diario de Bolivia del Che, de su puño y letra. Este regalo especial ha pasado de Evo a Adrián, de Adrián a su padre, Rafael, y de Rafael a mi padre.
El calor apretaba cada vez más, era el momento de irnos a tomar un refrigerio a la casa de Sara Oduardo, la mami de Rafael, nuestra mami cubana adorada.
Posteriormente caminamos hasta la Plaza de la Revolución, pasamos por un antiguo suburbio que tras la revolución fue convertido en barrio obrero. Por el camino hablamos de cómo en la época dorada del socialismo cubano, la década de los 70 y 80, se edificaron muchos bloques de vivienda destinados a familias obreras. Tomo esta imagen del blog de la mercenaria Yoani, en lo que intenta ser una crítica a la vivienda en La Habana, pero ustedes juzguen y comparen con los barrios obreros y chavolísticos de nuestras ciudades.
Nos contó que la Revolución intentó atajar la prostitución ofreciendo a las mujeres prostitutas formación en el sector que quisieran. La mayoría quisieron ser taxistas, por lo que se consagró un grupo nutrido de mujeres taxistas.
Caminamos hacia la avenida donde se encuentran las que fueron las primeras viviendas de los guerrilleros. Allí se encuentra la casa del Che, y la de Almeida, esta última preciosa, debido a que el guerrillero era albañil y se ocupó de su construcción. Frente a la casa del Che se encuentra el Centro de Estudios Che Guevara, creado con el objeto de difundir la obra y el pensamiento del guerrillero, así como luchar contra la excesiva comercialización de su imagen.
Su directora es Aleida March, la viuda del Che. Y sus hijos administran con ella el Centro. Intentamos entrar pero está de obras. Para los interesados en el tema incluyo este enlace donde se encuentran colgadas cartas, ensayos y otras notas de interés.
http://www.centroche.co.cu/centroche/index.php
En relación a este tema debo contaros que Rafael trajo un regalo especial para mi padre, que ahora tenemos en casa como tesoro, pues es, realmente un tesoro y algo único o muy limitado. El hijo de Rafael, Adrián, el periodista, cuando cubría Bolivia, recibió de su presidente Evo Morales un regalo especial. La reproducción exacta del Diario de Bolivia del Che, de su puño y letra. Este regalo especial ha pasado de Evo a Adrián, de Adrián a su padre, Rafael, y de Rafael a mi padre.
El calor apretaba cada vez más, era el momento de irnos a tomar un refrigerio a la casa de Sara Oduardo, la mami de Rafael, nuestra mami cubana adorada.
domingo, 3 de octubre de 2010
Rafael, revolucionario cubano.
La tarde la pasamos con un buen amigo, al que conocí gracias a la publicación de Cubadebate, a través de facebook. Su nombre Rafael. El encuentro con nuestro amigo cambió por completo el rumbo de nuestra visita, de un modo determinante.
Poco sabíamos de él antes de conocerle en persona. Tan solo que era periodista cubano, que es revolucionario y que es un libro de historia de Cuba andante.
Habíamos quedado a las 17.00 y nos confiamos en la fama de tardones de los cubanos, para comprobar que Rafael es la excepción que confirma la regla. Hicimos las presentaciones que son típicas, cuando conoces en persona a alguien a quien previamente has conocido vía internet.
Esa tarde fuimos a tomar unas cervezas ellos, y una Tukola, yo, la abstemia del grupo.
Hablamos de Revolución, de Historia, de periodismo, de La Habana... no hay tema que no se pueda tratar con Rafael. Al día siguiente fuimos a visitar a su madre; "Mami", Sara. Pero esto merece una nueva entrada.
Poco sabíamos de él antes de conocerle en persona. Tan solo que era periodista cubano, que es revolucionario y que es un libro de historia de Cuba andante.
Habíamos quedado a las 17.00 y nos confiamos en la fama de tardones de los cubanos, para comprobar que Rafael es la excepción que confirma la regla. Hicimos las presentaciones que son típicas, cuando conoces en persona a alguien a quien previamente has conocido vía internet.
Esa tarde fuimos a tomar unas cervezas ellos, y una Tukola, yo, la abstemia del grupo.
Hablamos de Revolución, de Historia, de periodismo, de La Habana... no hay tema que no se pueda tratar con Rafael. Al día siguiente fuimos a visitar a su madre; "Mami", Sara. Pero esto merece una nueva entrada.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Perdidos en Baracoa. De guaguas y playas.
Cuando partí a la Habana estaba determinada a montarme en una guagua, ya que, como habitante del Parque Alcosa, en Sevilla, barrio con la dicha de haber poseido la guagua más auténtica de la ciudad, tenía que lograr el reto de probar también la guagua cubana. En resumen diría: "Una guagua es un autobús 70 (la guagua alcoseña) en plena Semana Santa, o en fin de semana, cuando esperas el último autobús"
Me vino a la cabeza, constantemente, la imagen de aquellos decrépitos vehículos azules cuyas ventanas se despegaban y salían volando, o cuya velocidad era más lenta que la de un ciclista.
Era como volver a la adolescencia, pero bajo un sol distinto.
La primera guagua tardó en llegar, alrededor, de quince o veinte minutos, algo que no debe asustar a alguien como yo, acostumbrada a los autobuses de mi ciudad, que no brillan por su puntualidad.
El vehículo era grande, de dos partes, allí los llaman ómnibus. Estaba lleno de gente, hasta las trancas. Entramos todos, comprimidos, y soportando estoicamente el calor. Fuimos a pagar con una moneda de veinticinco céntimos de un CUC para los cuatro. El conductor miró con atención la moneda, la tomó y nos dio señas para que avanzásemos, cosa que era inviable. Tuvimos la sensación de que el precio debía ser más bajo, tal vez tendríamos que haber regateado.
Pronto los cubanos nos sacaron conversación, sorprendidos de ver a cuatro turistas en una guagua. Nos indicaron el lugar exacto para tomar el siguiente autobús, que nos llevaría a la playa de Baracoa, la última parada.
La guagua por dentro en una simbiosis entre lo que fue el autobús en su origen, la mayor parte de los ómnibus son chinos, y la decoración particular de cada guagua. La zona delantera está recargada, a modo cubano. A veces, ventilador, y ornamentos caribeños a gusto de todos. A veces, música, en el volumen cubano, esto es al máximo, y con un hilo musical de lo más dispar.
La segunda guagua tardó un poco más. El trayecto resultó más largo de lo que pensábamos, claro que no sabíamos que nos íbamos a salir de la provincia. La gente se iba parando en los distintos municipios, y la guagua se iba vaciando. En algún momento paramos en una zona residencial (de viviendas), en las que vendían productos de ganadería y del campo. No sabíamos bien porqué parábamos allí, hasta ver al conductor hacer cola para comprar huevos, más tarde volvió y retomamos el camino. La gente parecía acostumbrada a estos detalles impensables en España.
El conductor nos había prometido avisarnos al llegar a la playa pero eso nunca sucedió. En la última parada, se percató de nuestra presencia, y llevándose la mano a la cabeza dijo:
- ¡Se me olvidó! Tenemos que dar la vuelta.
Llevábamos horas desde que decidimos abandonar el autobús de turistas en La Habana, ya poco nos importaba unos minutos más o menos.
Dimos la vuelta, y paramos en la playa de Baracoa. Tengo que decir que la playa en esa parte es muy pequeña, y nada vistosa, aunque el agua es celeste y caliente, como en todo el Caribe. Es la playa de la gente que vive por allí. Caminamos por un área llena de chiringuitos donde sirven comida y bebida.
Tomamos lugar en la pequeña calita, cuyo fondo natural es impresionante. Éramos los únicos extranjeros, el resto eran personas que habitaban por allí. No hacía mucho calor, el día estaba más bien nublado, pero darse un baño en ese agua tan cálida es un auténtico gustazo.
De vez en cuando pasaban vendedores ambulantes con uvas, mamoncillos, cerdo, pescado y pollo. La comida se sirve dentro de unas cajas de cartón y se come con las manos.
Los cubanos son de chiringuito playero, como los españoles. Pude observar cómo es cierto el dicho de que la gente es igual en todas partes.
Las mujeres van cargadas con enormes bolsas playeras, igual que en nuestras playas, en las que guardan de todo. Cada núcleo familiar se agrupa en su sombrilla, y allí comen y vuelven a comer, entre baño y baño, protegidos de los rayos solares, tan potentes en el trópico.
Una tormenta interrumpió nuestra jornada playera, que apenas duró una hora. Nos calló encima un chaparrón de gotas gordas que calaba hasta lo más hondo, algo que poco importaba, porque estábamos mojados.
Regresamos a la parada, tomamos la primera guagua, y luego un ómnibus hasta La Rampa. El viaje de vuelta estuvo salpicado de anécdotas. Conocimos a un jovencísimo guardia de inmigración que nos informó que teníamos que tener cuidado en algunos lugares, como por ejemplo aquella misma zona, que según él no era muy segura (Baracoa).
-Aquí no suele pasar nada- comentó- pero, como en todas partes, hay buena gente y mala gente. Sobre todo, no hagan caso de la gente, y no compren nada que no sea oficial, ni cambien dinero en la calle.
En el ómnibus estuvimos acompañados de un joven policía, fuera de servicio en ese momento, y un militar que vivía por Vedado.
El hilo musical parecía sacado de Kiss Fm... Nothing Compares to you, Another Day, Carless Whisper... la gente se olvidaba del calor, los apretones, y los frenazos al compás de la música. Todos cantaban, los jóvenes en perfecto inglés, los viejos tarareaban la música.
Llegamos al hotel.
Me vino a la cabeza, constantemente, la imagen de aquellos decrépitos vehículos azules cuyas ventanas se despegaban y salían volando, o cuya velocidad era más lenta que la de un ciclista.
Era como volver a la adolescencia, pero bajo un sol distinto.
La primera guagua tardó en llegar, alrededor, de quince o veinte minutos, algo que no debe asustar a alguien como yo, acostumbrada a los autobuses de mi ciudad, que no brillan por su puntualidad.
El vehículo era grande, de dos partes, allí los llaman ómnibus. Estaba lleno de gente, hasta las trancas. Entramos todos, comprimidos, y soportando estoicamente el calor. Fuimos a pagar con una moneda de veinticinco céntimos de un CUC para los cuatro. El conductor miró con atención la moneda, la tomó y nos dio señas para que avanzásemos, cosa que era inviable. Tuvimos la sensación de que el precio debía ser más bajo, tal vez tendríamos que haber regateado.
Pronto los cubanos nos sacaron conversación, sorprendidos de ver a cuatro turistas en una guagua. Nos indicaron el lugar exacto para tomar el siguiente autobús, que nos llevaría a la playa de Baracoa, la última parada.
La guagua por dentro en una simbiosis entre lo que fue el autobús en su origen, la mayor parte de los ómnibus son chinos, y la decoración particular de cada guagua. La zona delantera está recargada, a modo cubano. A veces, ventilador, y ornamentos caribeños a gusto de todos. A veces, música, en el volumen cubano, esto es al máximo, y con un hilo musical de lo más dispar.
La segunda guagua tardó un poco más. El trayecto resultó más largo de lo que pensábamos, claro que no sabíamos que nos íbamos a salir de la provincia. La gente se iba parando en los distintos municipios, y la guagua se iba vaciando. En algún momento paramos en una zona residencial (de viviendas), en las que vendían productos de ganadería y del campo. No sabíamos bien porqué parábamos allí, hasta ver al conductor hacer cola para comprar huevos, más tarde volvió y retomamos el camino. La gente parecía acostumbrada a estos detalles impensables en España.
El conductor nos había prometido avisarnos al llegar a la playa pero eso nunca sucedió. En la última parada, se percató de nuestra presencia, y llevándose la mano a la cabeza dijo:
- ¡Se me olvidó! Tenemos que dar la vuelta.
Llevábamos horas desde que decidimos abandonar el autobús de turistas en La Habana, ya poco nos importaba unos minutos más o menos.
Dimos la vuelta, y paramos en la playa de Baracoa. Tengo que decir que la playa en esa parte es muy pequeña, y nada vistosa, aunque el agua es celeste y caliente, como en todo el Caribe. Es la playa de la gente que vive por allí. Caminamos por un área llena de chiringuitos donde sirven comida y bebida.
Tomamos lugar en la pequeña calita, cuyo fondo natural es impresionante. Éramos los únicos extranjeros, el resto eran personas que habitaban por allí. No hacía mucho calor, el día estaba más bien nublado, pero darse un baño en ese agua tan cálida es un auténtico gustazo.
De vez en cuando pasaban vendedores ambulantes con uvas, mamoncillos, cerdo, pescado y pollo. La comida se sirve dentro de unas cajas de cartón y se come con las manos.
Los cubanos son de chiringuito playero, como los españoles. Pude observar cómo es cierto el dicho de que la gente es igual en todas partes.
Las mujeres van cargadas con enormes bolsas playeras, igual que en nuestras playas, en las que guardan de todo. Cada núcleo familiar se agrupa en su sombrilla, y allí comen y vuelven a comer, entre baño y baño, protegidos de los rayos solares, tan potentes en el trópico.
Una tormenta interrumpió nuestra jornada playera, que apenas duró una hora. Nos calló encima un chaparrón de gotas gordas que calaba hasta lo más hondo, algo que poco importaba, porque estábamos mojados.
Regresamos a la parada, tomamos la primera guagua, y luego un ómnibus hasta La Rampa. El viaje de vuelta estuvo salpicado de anécdotas. Conocimos a un jovencísimo guardia de inmigración que nos informó que teníamos que tener cuidado en algunos lugares, como por ejemplo aquella misma zona, que según él no era muy segura (Baracoa).
-Aquí no suele pasar nada- comentó- pero, como en todas partes, hay buena gente y mala gente. Sobre todo, no hagan caso de la gente, y no compren nada que no sea oficial, ni cambien dinero en la calle.
En el ómnibus estuvimos acompañados de un joven policía, fuera de servicio en ese momento, y un militar que vivía por Vedado.
El hilo musical parecía sacado de Kiss Fm... Nothing Compares to you, Another Day, Carless Whisper... la gente se olvidaba del calor, los apretones, y los frenazos al compás de la música. Todos cantaban, los jóvenes en perfecto inglés, los viejos tarareaban la música.
Llegamos al hotel.
A diez cuadras o a veinte.
La mañana del jueves hicimos nuestro primer contacto con españoles en el hotel. Era una pareja de Valencia, que se encontraban en La Habana gracias a un premio recibido por ella en su trabajo. Silvia y Txua. El día anterior nos habíamos cruzado en el ascensor, recién llegadas del Morro, y literalmente tostadas. Nos preguntaron si veníamos de la playa, y si quedaba lejos. Les explicamos que era de andar por la calle, sin embargo, acordamos ir juntos a la playa al día siguiente. Según los mapas de La Habana que yo había consultado, habría playa más allá de Miramar.
Como de costumbre, tras el desayuno, salimos a la calle a preguntar por la parada del bus turístico. Uno de esos que hay en todas las ciudades, con la parte superior al descubierto, para poder hacer fotos o, simplemente, observar la ciudad desde las alturas. Un hombre nos había dicho el día antes que con ese bus podíamos parar directamente en la playa de la Habana, que estaba, según sus indicaciones, hacia Miramar.
El precio del tour era 5 CUC y te podías bajar y subir donde quisieras, todas la veces que quisieras, mientras durase el recorrido, pasaba un bus cada media hora.
Lo buscamos, y finalmente nos montamos. El viaje en la zona "descapotable" del autobús resultó ser plácido y relajante. Por primera vez tuvimos una panorámica clara de la ciudad. En ese momento nada podría presagiar la aventura que estaba por suceder, a lo largo de la mañana, eso sí, ¡bendita aventura!
Pasado Miramar, el bus hizo una parada en el Hotel Copacabana, y percibimos el intenso olor del mar. Preguntamos si eso era una playa, y la guía nos dijo que así era, de modo que bajamos, sin más preguntas.
El hotel tapaba el único acceso posible, así que entramos a preguntar por donde podíamos acceder. Un chico nos comentó que la entrada era por ahí, y que teníamos que pagar. Nos miramos con estupor y comentamos entre nosotros que debía haber una zona para que accediesen los cubanos, nos marchamos a buscarla. Segundos más tarde el chico corría tras nosotros, y nos indicó la zona en la que se bañan los cubanos, no sin advertirnos que no era una playa de arena, sino una calita acantilada. Pasamos por allí, y la observamos, cuando estábamos a punto de tomar sitio en la zona, otro chico nos abordó, y nos recomendó una playa de arena "cercana", a unas diez cuadras, que son calles para ellos.
Seguimos caminando, el sol azotaba nuestros cuerpos sin piedad, nos protegimos con paraguas al modo cubano. Pasamos el Meliá, seguimos calle abajo, hacia el Acuario Nacional, intentamos parar a una joven para preguntar la dirección exacta, pero nos esquivó sin mucha sutileza. Esto es algo que iguala al cubano con el andaluz, o es extremadamente simpático, o extremadamente antipático. Aunque abunda el primer tipo.
De repente otro joven se cruzó con nosotros, como si fuera en nuestra dirección, y nos sacó conversación. Nos indicó que la playa estaba a 20 cuadras, pero que no quedaba lejos. Las cuadras parecían multiplicarse por segundos. Era muy elocuente, como todos los cubanos del tipo simpático. Son grandes conversadores. Nos explicó como funciona el sistema de la doble moneda, y que debíamos cambiar en moneda nacional para poder pagar más barato, ya que se aplica el precio equivalente, y nosotros pagamos más caro que ellos, claro en divisa. Nos aconsejó no hacerlo en la calle de ningún modo.
Luego se despidió y continuamos nuestro camino, para ser nuevamente intervenidos por un dúo de mulatos, que decían conocernos porque trabajaban en el Hotel Vedado de vigilantes. No nos sonaba la cara de nada, pero les dimos un voto de confianza. Nos dijeron que la playa a la que nos dirigíamos no era aconsejable, porque allí abunda el tiburón blanco. Nos juraron que había salido la noticia en la radio, algo que era completamente falso, pero nosotros no lo sabíamos.
Lograron desviar nuestro camino hacia una parada de guagua, que nos llevaría a la Playa de Baracoa. No sin antes, intentar convencernos para ir con ellos al Palacio de la Música, sin éxito.
Una vez en la parada, una señora mayor nos comentó que esa guagua no dejaba en Baracoa, que teníamos que bajar dos paradas más allá y montar en otra.
Así comenzó la ventura hacia Baracoa, lo que merece un capítulo completo.
Como de costumbre, tras el desayuno, salimos a la calle a preguntar por la parada del bus turístico. Uno de esos que hay en todas las ciudades, con la parte superior al descubierto, para poder hacer fotos o, simplemente, observar la ciudad desde las alturas. Un hombre nos había dicho el día antes que con ese bus podíamos parar directamente en la playa de la Habana, que estaba, según sus indicaciones, hacia Miramar.
El precio del tour era 5 CUC y te podías bajar y subir donde quisieras, todas la veces que quisieras, mientras durase el recorrido, pasaba un bus cada media hora.
Lo buscamos, y finalmente nos montamos. El viaje en la zona "descapotable" del autobús resultó ser plácido y relajante. Por primera vez tuvimos una panorámica clara de la ciudad. En ese momento nada podría presagiar la aventura que estaba por suceder, a lo largo de la mañana, eso sí, ¡bendita aventura!
Pasado Miramar, el bus hizo una parada en el Hotel Copacabana, y percibimos el intenso olor del mar. Preguntamos si eso era una playa, y la guía nos dijo que así era, de modo que bajamos, sin más preguntas.
El hotel tapaba el único acceso posible, así que entramos a preguntar por donde podíamos acceder. Un chico nos comentó que la entrada era por ahí, y que teníamos que pagar. Nos miramos con estupor y comentamos entre nosotros que debía haber una zona para que accediesen los cubanos, nos marchamos a buscarla. Segundos más tarde el chico corría tras nosotros, y nos indicó la zona en la que se bañan los cubanos, no sin advertirnos que no era una playa de arena, sino una calita acantilada. Pasamos por allí, y la observamos, cuando estábamos a punto de tomar sitio en la zona, otro chico nos abordó, y nos recomendó una playa de arena "cercana", a unas diez cuadras, que son calles para ellos.
Seguimos caminando, el sol azotaba nuestros cuerpos sin piedad, nos protegimos con paraguas al modo cubano. Pasamos el Meliá, seguimos calle abajo, hacia el Acuario Nacional, intentamos parar a una joven para preguntar la dirección exacta, pero nos esquivó sin mucha sutileza. Esto es algo que iguala al cubano con el andaluz, o es extremadamente simpático, o extremadamente antipático. Aunque abunda el primer tipo.
De repente otro joven se cruzó con nosotros, como si fuera en nuestra dirección, y nos sacó conversación. Nos indicó que la playa estaba a 20 cuadras, pero que no quedaba lejos. Las cuadras parecían multiplicarse por segundos. Era muy elocuente, como todos los cubanos del tipo simpático. Son grandes conversadores. Nos explicó como funciona el sistema de la doble moneda, y que debíamos cambiar en moneda nacional para poder pagar más barato, ya que se aplica el precio equivalente, y nosotros pagamos más caro que ellos, claro en divisa. Nos aconsejó no hacerlo en la calle de ningún modo.
Luego se despidió y continuamos nuestro camino, para ser nuevamente intervenidos por un dúo de mulatos, que decían conocernos porque trabajaban en el Hotel Vedado de vigilantes. No nos sonaba la cara de nada, pero les dimos un voto de confianza. Nos dijeron que la playa a la que nos dirigíamos no era aconsejable, porque allí abunda el tiburón blanco. Nos juraron que había salido la noticia en la radio, algo que era completamente falso, pero nosotros no lo sabíamos.
Lograron desviar nuestro camino hacia una parada de guagua, que nos llevaría a la Playa de Baracoa. No sin antes, intentar convencernos para ir con ellos al Palacio de la Música, sin éxito.
Una vez en la parada, una señora mayor nos comentó que esa guagua no dejaba en Baracoa, que teníamos que bajar dos paradas más allá y montar en otra.
Así comenzó la ventura hacia Baracoa, lo que merece un capítulo completo.
domingo, 19 de septiembre de 2010
De divisas y turistas.
En mis anteriores entregas he mencionado el tema de la divisa y de los efectos del turismo, sin profundizar demasiado. Ahora me veo en la obligación de hacerlo, para ser fiel a mi espíritu crítico y constructivo.
Mucha gente que acude a la isla, independientemente de la ideología que tenga, apunta a la divisa y a la doble economía, sistema de equivalencia entre el CUC para el turista y el peso para el cubano, como origen de todos los males. La principal crítica que se hace a la Revolución, desde hace años, es que sus profesionales, profesores, médicos, ingenieros, científicos, etc, tienen sueldos muy bajos, mientras que aquellos que trabajan en el sector turístico acceden sin problema a la divisa, generando unas ganancias que están muy por encima de las del resto. Allí se habla, a menudo, de "pirámide invertida", y todos apuntan a la Revolución como causa directa de este hecho, y a la economía socialista.
Pero parece que todos olvidamos que el problema de la divisa no es un mal de origen político, sino económico. Quiero decir, que no está originado por el establecimiento y desarrollo de una política económica socialista, sino por un problema de dependencia económica.
De hecho, el problema de la divisa afecta a otros paises subdesarrollados, que usan el dolar como divisa o moneda de cambio para las transacciones internacionales, es decir, para poder comprar y vender, porque su moneda tiene un valor muy bajo.
La política monetaria del FMI (Fondo Monetario Internacional), y de la mayor potencia económica del mundo durante el siglo XX, los EEUU (que ve peligrar en la actualidad su reinado) ha sido la de mantener el dolar como patrón internacional, por ser la moneda más fuerte. Esto aumenta la dependencia económica de los paises pobres en relación a los ricos, y se ha traducido en el dominio económico de los EEUU durante la centuria pasada.
Algunos paises decidieron unificar la moneda, y acojerse al dolar, lo que conllevó una subida drástica de los precios, y del coste de la vida, directamente relacionado con el empobrecimiento de las clases sociales menos pudientes.
Para que sea comprensible, pongo el ejemplo de la entrada en vigor del Euro. El Euro tiene un valor más alto que la peseta, así 1 Euro eran 166 pesetas (más o menos). Al adoptar una divisa europea como patrón monetario nuestra economía comenzó a redondear los precios, pero al alza. No creo que se os haya pasado por alto la subida de los precios y del coste de la vida.
Pues en Cuba existía un problema añadido, y este es el conflicto con EEUU, que mantiene un bloqueo económico a la isla que, ya, dura 50 años, y que por tanto, podía usar su moneda como instrumento desestabilizador. Cuba usó el dolar como divisa hasta el año 2004, más o menos, en que empezó a usarse el peso convertible o CUC. Para garantizar que el pueblo podía acceder a los productos más básicos, se estableció un sistema de equivalencias por el cual los cubanos pagan en peso y los turistas en divisa.
Durante años estuvo controlado el acceso del cubano a la divisa, hasta el punto de que el cubano no podía tener divisa de forma legal. Esto se hacía para evitar el mercado negro, o que se desarrollara la desigualdad entre cubanos, y se desestabilizara el sistema salarial. Sin embargo, el turista, generalmente, acude a los lugares sin conocer en profundidad la problemática del sitio visitado, y en Cuba, para muchos turistas de ideología conservadora o con poca idea, y muchos años de lavado de cerebro, dar limosna en forma de divisa al cubano se considera una práctica sana y de buen cristiano, o en el peor de los casos, un modo de dañar a la Revolución. Esta práctica ha generado la llamada "pirámide invertida".
Actualmente el cubano puede acudir a cambiar su moneda en CUC en las Cadecas, si quiere adquirir productos en divisa. Pero esto no siempre fue así. La doble moneda es motivo de críticas dentro y fuera, porque a menudo olvidamos el origen real del problema.
Cuando pensamos en el sistema salarial cubano, y los bajos sueldos de sus profesionales, en comparación con los nuestros, nos olvidamos de que hablamos de una moneda con un valor mucho más bajo que la nuestra, por tanto, un euro son al rededor de 28 pesos cubanos. Y también de que el coste de la vida en Cuba, contado en pesos, es también más bajo que el de Europa o América del Norte (mundo desarrollado). Y mezclamos las churras con las merinas, y decimos que un médico cubano no puede vivir como un médico español o francés. Y claro que no, pues un médico cubano vive en un país de economía subdesarrollada que intenta desarrollarse bajo la presión económica de las potencias capitalistas. Pero además, yo añado, que un médico español tampoco vive como un médico francés o alemán, o un médico sueco. Y que en muchos paises subdesarrollados hay médicos ricos, que los son por trabajar en clínicas privadas, y no en la sanidad pública, cuyos salarios no son suficientes en relación al coste de la vida.
Entonces volvemos a Cuba, y nos encontramos con un turista español, que gana en España un salario de 900 eur o 1000 eur, pongamos incluso 1500, se compra un billete de ida y vuelta por 700 eur o menos, dinero que ha ahorrado en varios meses o más de un año, y se encuentra con una guía de turismo, guapa e inteligente, y le cuenta un rollo sobre la dignidad de no poder acudir a un restaurante caro, cuando él si puede, y la invita a ir con él, para mostrarle lo bueno que es el capitalismo y lo malo que es el socialismo. Y ella acepta, porque a nadie le amarga un dulce.
Pero yo me pregunto, ¿a cuantas guías de turismo francesas invitaría este individuo al restaurante más caro de París, si estuviese haciendo turismo en el mundo desarrollado, donde es él el subdesarrollado?
Y le pedimos a Fidel y a Raul explicaciones, porque haya una doble economía, y chicas y chicos que quieren cobrar en divisa, o emigrar, para trabajar en los paises ricos y desarrollados, ahorrar y volver a su país. Sin embargo, nos olvidamos de la gran cantidad de casos similares que se dan en el resto de paises que conforman el Tercer Mundo, y de la ola migratoria tradicional de estos paises a los paises ricos, motivada por la desigual distribución de la riqueza mundial, la cual deriva de la aplicación a nivel internacional de políticas capitalistas, y no socialistas.
martes, 14 de septiembre de 2010
La Habana desde el Morro.
Nuestro segundo día llegó tras una tranquila noche, en la que paseamos por los alrededores para tomar contacto nocturno con nuestro recién adoptado barrio, El Vedado.
Poco a poco empezamos a acostumbrarnos a la oscuridad, o mejor dicho, a la claridad de la luna.
Las parejas caminan a lo largo de la Rampa hasta el Malecón, y en la lejanía suenan ecos musicales. La juventud se concentra en un tipo de chiringuitos, situados a los largo del Malecón. No acerté a preguntar si era por un motivo especial o es algo habitual. Los chiringuitos llegaban hasta la Tribuna Anti Imperialista, y en ellos se sirve comida y bebida.
Al llegar la mañana nos decidimos a hacer un plan de visitas. Aún desconocíamos el hecho de que planear algo en La Habana se hace bastante difícil, debido al carácter espontáneo y anárquico de sus habitantes, lo que seguro es extensible a toda la isla.
Nuestro plan consistía en ir a la Universidad y luego a la Plaza de la Revolución. Estudiamos con atención el mapa del vestíbulo del Hotel, más acertado que el que teníamos.
Caminamos calle abajo, a lo largo de la Calle O, en dirección a la Universidad, donde nos encontramos con un hombre que se ofreció a enseñarnos algo nuevo y distinto. De esta manera inauguramos la tradición de desviar nuestro camino, y cambiar los planes, de acuerdo a las indicaciones de los diversos guías cubanos que te salen al paso durante el camino. Nos acompañó hasta el Callejón de Hamel, una calle restaurada por el artista del mismo nombre con elementos reciclados y un resultado muy original y colorido.
Luego caminamos por la calle San Lárazo, donde el abuelo de Aznar tuvo su vivienda mientras dirigía el ultra derechista Diario de La Marina, cerrado tras la Revolución.
Llegamos al Hospital Hermanos Ameijeiras, un enorme edificio donde, de acuerdo a las palabras textuales de nuestro acompañante, Eusebio, le hacían a los cubanos todo tipo de "reparaciones", en referencia a la diversidad de especialidades que trabaja. Es el hospital general.
La Habana tiene un gran número de Hospitales, divididos por especialidades, además de los servicios médicos y clínicas de distrito.
La medicina cubana está muy bien considerada mundialmente, sus profesionales se reparten por el tercer mundo en misiones solidarias. El sistema de salud ofrece servicios sanitarios subsidiados por el Estado a todos los cubanos, los cuales, la mayor parte, son gratuitos (nuestra salud pública se costea mediante los impuestos, por tanto no es gratis). Se practica la medicina preventiva, lo que implica tratar de impedir el desarrollo de las enfermedades, con el objeto de reducir al máximo el coste de los tratamientos curativos.
Esta medicina preventiva va dirigida a crear condiciones alimenticias y vitales óptimas, impedir el desarrollo de la obesidad, sedentarismo o tabaquismo.
En Cuba se han eliminado muchas enfermedades, que son causa principal de mortandad en la mayoría de los paises del tercer mundo, como por ejemplo, entre otras, el sarampión, la rubeola o la meningitis.
Gracias al trabajo realizado en este campo, se ha reducido la mortalidad infantil, hasta el punto de ser el país con la menor tasa de mortalidad infantil en América, superando a EEUU y Canadá. Incluso algunas informaciones apuntan a que es el país con la menor mortandad infantil del mundo.
Esto es insólito, teniendo en cuenta las condiciones en que debe desarrollarse el sistema, y los impedimentos y problemas que enfrentan, debidos a la situación económica derivada del bloqueo económico, de la problemática regional, de la guerra abierta contra su poderoso vecino yanky, y de otras muchas cuestiones, que continuamente analizan, y tratan de solucionar.
A pesar de la campaña feroz que han hecho los contrarevolucionarios cubanos, y los medios de des información masiva, para atacar al sistema de salud cubano, la mayoría de los cubanos están orgullosos de sus médicos y de su sistema sanitario. Y no encontrarás a nadie que lo menosprecie, por más que esté en desacuerdo con otros aspectos del sistema político y social.
Tras la visita hospitalaria, nos dirigimos a la Plaza de la Revolución, inmensa, donde se festeja el 1º de Mayo, y donde se hacen los actos festivos relativos a la Revolución.
En su centro se alza el Memorial a José Martí, en cuya cúspide hay un mirador. José Martí, el Apostol de la Patria Cubana, está presente en cada rincón de la ciudad. En esta plaza se encuentra el Ministerio del Interior, que tiene un enorme mural con la famosa imagen del Che Guevara, que tomara Korda, y la frase que el Comandante de los pobres hiciera histórica: "Hasta la victoria siempre", el Ministerio de Informática y Comunicación, donde se alza la hermosa imagen de Camilo Cienfuegos, el otro heroico comandante y gran amigo del Che, con su frase dirigida a Fidel: ¡Vas bien Fidel! Ambos son iluminados durante la noche.
La Biblioteca Nacional José Martí se encuentra a un lado de la plaza, es enorme, y contiene una importante colección de fondos bibliográficos, documentales y audiovisuales. El sistema nacional de bibliotecas rige un total de 411 bibliotecas en toda la isla.
El calor apremiaba, y nos despedimos de nuestro guía, para marcharnos en taxi al Morro. La fortaleza Española flanquea la ciudad, y puede considerarse un símbolo de resistencia histórico. El emplazamiento es idílico, y entrar en el conjunto cuesta un CUC, si no vas a visitar las instalaciones por dentro. Se compone de el Complejo de la Cabaña, de uso militar, y el Morro.
Nuestro interés en La Cabaña era dado por la visita al despacho de Ernesto Che Guevara, recién entrado en la Habana, tras la victoria. Contiene una pequeña exposición de objetos personales, y su despacho, con una foto en la pared del Comandante. Luego hay varias salas expositoras de temática militar, y una cafetería.
La imagen siempre joven, siempre hermosa, siempre profunda del Comandante se encuentra, igual que Martí, en toda la ciudad, y en toda la isla.
El Morro contiene una exposición que recrea la historia de la fortaleza española, por tanto, aquí se encierra, también, parte de nuestra historia.
La guía era una licenciada en Educación, que antes que guía había sido maestra, dejando este empleo por el que tiene actualmente, porque es en el sector turístico donde tiene posibilidad de acceder a la divisa (el CUC). Durante la visita se interesó por la imagen que teníamos de Cuba y de los cubanos, y qué pensábamos de lo que estábamos viendo. Era una chica muy preparada, y culta, que sin embargo no parecía valorar muchas cosas que su país le ha dado, y que no habría obtenido si hubiera nacido en cualquier otro país vecino, en peores condiciones que el suyo. Estaba muy preocupada por la situación económica que les hace depender de la divisa. Un hombre cordobés, que formaba parte del pequeño grupo, y con un fuerte sentimiento anti comunista, contribuyó a aumentar su pesar, cuando insinuó, mostrando un absoluto desconocimiento del pueblo cubano, y sobre todo, del contexto político y económico que rodea a la divisa, y a la dependencia económica de unos paises con otros, que la resistencia y la lucha diaria del pueblo cubano por su emancipación es indigna. La joven se refirió a la indignidad en la que, según ella, se ven algunas chicas que se venden a los turistas a cambio de divisa.
El cordobés acababa de aprovechar su condición de turista, poseedor de divisa, para quedar con una chica de, a penas, veinte y pocos años (el tenía unos cuantos más), por lo que no tuvo más remedio que justificarse diciendo que eso no era indigno. O mejor dicho, que no se refería a ese tipo de dignidad (claro, la que él no tenía).
Debo admitir que sentí un enorme pesar, pues consciente de que el turismo se ha convertido en una perversión para este país, también tengo que reconocer, que es la única forma que tienen de introducir divisa, para soportar el bloqueo económico.
Desde el Morro observamos La Habana, como una estampa digan de recordar, mientras la brisa del mar Caribe soplaba en nuestro rostro.
Poco a poco empezamos a acostumbrarnos a la oscuridad, o mejor dicho, a la claridad de la luna.
Las parejas caminan a lo largo de la Rampa hasta el Malecón, y en la lejanía suenan ecos musicales. La juventud se concentra en un tipo de chiringuitos, situados a los largo del Malecón. No acerté a preguntar si era por un motivo especial o es algo habitual. Los chiringuitos llegaban hasta la Tribuna Anti Imperialista, y en ellos se sirve comida y bebida.
Al llegar la mañana nos decidimos a hacer un plan de visitas. Aún desconocíamos el hecho de que planear algo en La Habana se hace bastante difícil, debido al carácter espontáneo y anárquico de sus habitantes, lo que seguro es extensible a toda la isla.
Nuestro plan consistía en ir a la Universidad y luego a la Plaza de la Revolución. Estudiamos con atención el mapa del vestíbulo del Hotel, más acertado que el que teníamos.
Caminamos calle abajo, a lo largo de la Calle O, en dirección a la Universidad, donde nos encontramos con un hombre que se ofreció a enseñarnos algo nuevo y distinto. De esta manera inauguramos la tradición de desviar nuestro camino, y cambiar los planes, de acuerdo a las indicaciones de los diversos guías cubanos que te salen al paso durante el camino. Nos acompañó hasta el Callejón de Hamel, una calle restaurada por el artista del mismo nombre con elementos reciclados y un resultado muy original y colorido.
Luego caminamos por la calle San Lárazo, donde el abuelo de Aznar tuvo su vivienda mientras dirigía el ultra derechista Diario de La Marina, cerrado tras la Revolución.
Llegamos al Hospital Hermanos Ameijeiras, un enorme edificio donde, de acuerdo a las palabras textuales de nuestro acompañante, Eusebio, le hacían a los cubanos todo tipo de "reparaciones", en referencia a la diversidad de especialidades que trabaja. Es el hospital general.
La Habana tiene un gran número de Hospitales, divididos por especialidades, además de los servicios médicos y clínicas de distrito.
La medicina cubana está muy bien considerada mundialmente, sus profesionales se reparten por el tercer mundo en misiones solidarias. El sistema de salud ofrece servicios sanitarios subsidiados por el Estado a todos los cubanos, los cuales, la mayor parte, son gratuitos (nuestra salud pública se costea mediante los impuestos, por tanto no es gratis). Se practica la medicina preventiva, lo que implica tratar de impedir el desarrollo de las enfermedades, con el objeto de reducir al máximo el coste de los tratamientos curativos.
Esta medicina preventiva va dirigida a crear condiciones alimenticias y vitales óptimas, impedir el desarrollo de la obesidad, sedentarismo o tabaquismo.
En Cuba se han eliminado muchas enfermedades, que son causa principal de mortandad en la mayoría de los paises del tercer mundo, como por ejemplo, entre otras, el sarampión, la rubeola o la meningitis.
Gracias al trabajo realizado en este campo, se ha reducido la mortalidad infantil, hasta el punto de ser el país con la menor tasa de mortalidad infantil en América, superando a EEUU y Canadá. Incluso algunas informaciones apuntan a que es el país con la menor mortandad infantil del mundo.
Esto es insólito, teniendo en cuenta las condiciones en que debe desarrollarse el sistema, y los impedimentos y problemas que enfrentan, debidos a la situación económica derivada del bloqueo económico, de la problemática regional, de la guerra abierta contra su poderoso vecino yanky, y de otras muchas cuestiones, que continuamente analizan, y tratan de solucionar.
A pesar de la campaña feroz que han hecho los contrarevolucionarios cubanos, y los medios de des información masiva, para atacar al sistema de salud cubano, la mayoría de los cubanos están orgullosos de sus médicos y de su sistema sanitario. Y no encontrarás a nadie que lo menosprecie, por más que esté en desacuerdo con otros aspectos del sistema político y social.
Tras la visita hospitalaria, nos dirigimos a la Plaza de la Revolución, inmensa, donde se festeja el 1º de Mayo, y donde se hacen los actos festivos relativos a la Revolución.
En su centro se alza el Memorial a José Martí, en cuya cúspide hay un mirador. José Martí, el Apostol de la Patria Cubana, está presente en cada rincón de la ciudad. En esta plaza se encuentra el Ministerio del Interior, que tiene un enorme mural con la famosa imagen del Che Guevara, que tomara Korda, y la frase que el Comandante de los pobres hiciera histórica: "Hasta la victoria siempre", el Ministerio de Informática y Comunicación, donde se alza la hermosa imagen de Camilo Cienfuegos, el otro heroico comandante y gran amigo del Che, con su frase dirigida a Fidel: ¡Vas bien Fidel! Ambos son iluminados durante la noche.
La Biblioteca Nacional José Martí se encuentra a un lado de la plaza, es enorme, y contiene una importante colección de fondos bibliográficos, documentales y audiovisuales. El sistema nacional de bibliotecas rige un total de 411 bibliotecas en toda la isla.
El calor apremiaba, y nos despedimos de nuestro guía, para marcharnos en taxi al Morro. La fortaleza Española flanquea la ciudad, y puede considerarse un símbolo de resistencia histórico. El emplazamiento es idílico, y entrar en el conjunto cuesta un CUC, si no vas a visitar las instalaciones por dentro. Se compone de el Complejo de la Cabaña, de uso militar, y el Morro.
Nuestro interés en La Cabaña era dado por la visita al despacho de Ernesto Che Guevara, recién entrado en la Habana, tras la victoria. Contiene una pequeña exposición de objetos personales, y su despacho, con una foto en la pared del Comandante. Luego hay varias salas expositoras de temática militar, y una cafetería.
La imagen siempre joven, siempre hermosa, siempre profunda del Comandante se encuentra, igual que Martí, en toda la ciudad, y en toda la isla.
El Morro contiene una exposición que recrea la historia de la fortaleza española, por tanto, aquí se encierra, también, parte de nuestra historia.
La guía era una licenciada en Educación, que antes que guía había sido maestra, dejando este empleo por el que tiene actualmente, porque es en el sector turístico donde tiene posibilidad de acceder a la divisa (el CUC). Durante la visita se interesó por la imagen que teníamos de Cuba y de los cubanos, y qué pensábamos de lo que estábamos viendo. Era una chica muy preparada, y culta, que sin embargo no parecía valorar muchas cosas que su país le ha dado, y que no habría obtenido si hubiera nacido en cualquier otro país vecino, en peores condiciones que el suyo. Estaba muy preocupada por la situación económica que les hace depender de la divisa. Un hombre cordobés, que formaba parte del pequeño grupo, y con un fuerte sentimiento anti comunista, contribuyó a aumentar su pesar, cuando insinuó, mostrando un absoluto desconocimiento del pueblo cubano, y sobre todo, del contexto político y económico que rodea a la divisa, y a la dependencia económica de unos paises con otros, que la resistencia y la lucha diaria del pueblo cubano por su emancipación es indigna. La joven se refirió a la indignidad en la que, según ella, se ven algunas chicas que se venden a los turistas a cambio de divisa.
El cordobés acababa de aprovechar su condición de turista, poseedor de divisa, para quedar con una chica de, a penas, veinte y pocos años (el tenía unos cuantos más), por lo que no tuvo más remedio que justificarse diciendo que eso no era indigno. O mejor dicho, que no se refería a ese tipo de dignidad (claro, la que él no tenía).
Debo admitir que sentí un enorme pesar, pues consciente de que el turismo se ha convertido en una perversión para este país, también tengo que reconocer, que es la única forma que tienen de introducir divisa, para soportar el bloqueo económico.
Desde el Morro observamos La Habana, como una estampa digan de recordar, mientras la brisa del mar Caribe soplaba en nuestro rostro.
sábado, 11 de septiembre de 2010
El sol caribeño temprano calienta.
Primera mañana en La Habana. El jet lag trastocó mi sueño y a las 5 de la mañana andaba ya despierta, deseosa de que saliera el sol.
Las horas de sol son distintas en España y Cuba. Allí suele amanecer, más o menos, a la misma hora, pero tuve la sensación de que anochece antes, de tal modo que a las 21 horas hay una oscuridad similar a la de las 22 o 23 horas nuestras.
Solo habíamos contratado desayuno en el hotel. El buffet era sencillo; fruta, queso (en lonchas), jamón cocido, pan, bizcocho, mantequilla, zumos, café, y nuestro plato preferido, una tortilla cocinada sobre plancha.
Juana, la señora encargada de hacer las tortillas, nos preguntó si éramos jimaguas, que significa mellizas. A partir de este momento fue la pregunta del millón.
A la puerta del hotel siempre había taxis estacionados y taxistas haciendo corrillo. Nada más vernos nos preguntaban:
- ¿Taxi?
- No, gracias.
- ¿Y taxista?
Y nos reíamos todos.
Nuestro primer paseo tuvo una pequeña parada en el Hotel Saint Jonhn's, donde una empleada de la oficina de turismo nos dió unos consejos, mientras le pedíamos un plano de La Habana, que difería bastante de la realidad. Intentó convencernos de que contratásemos un tour por la ciudad, pero queríamos ir por libre.
Caminamos a lo largo de la Avenida 23, prolongación de la Rampa, para llegar al Malecón. El sol calentaba desde temprano, con una sensación térmica muy superior a la de Sevilla, a pesar de que tienen menos temperatura en grados. La cara empezó a empaparse en sudor, y observamos que los cubanos suelen llevar una toalla para limpiarse el sudor de la cara. Tuve que hacerme un moño para resistir, hasta acostumbrarme a esa sensación sudorípera.
Buscábamos, en vano, un paso de peatones, hasta que un simpático vía andante nos comentó que ellos sacaban pecho a los coches, sin más... ¡vamos, que se lanzan al asfalto!
Pasamos al otro lado, y nos sentamos frente al monumento dedicado a Antonio Maceo, líder independentista cubano.
La mayoría de los Cubanos consideran la Revolución como un proceso largo, iniciado con José Martí, del cual la Revolución de 1959 es una etapa de asentamiento, pero no la culminación, pues la Revolución, para ellos, sigue en marcha. Cada decisión que toman lo consideran un paso adelante, para afianzar la revolución.
Sentadas en el Malecón observamos a los pescadores, y los edificios, tantas veces filmados cuando se hacen esos reportajes sobre el mal estado del Malecón, con el objeto de desprestigiar al gobierno cubano.
El malecón está siendo restaurado con la ayuda de extranjeros, parece ser que España participa. Están las obras de restauración bastante adelantadas, en relación a los vídeos e imágenes que la gente pone en youtube o a los reportajes televisivos.
Pasamos de nuevo al otro lado de la calle, tras filmar, como hacen todos, el Malecón. En esto no fuimos originales (en casi nada).
Una pareja de policías nos sacó conversación.
Allí el piropo está a la orden del día... a veces en voz alta, y a veces, tan bajo que no alcanzas a saber que te han dicho, tan solo resuena un eco "linda". O te lanzan un beso aéreo, pescadores, viandantes, conductores de carruaje, policías... no importa el atuendo que les vista.
Son muy ocurrentes... "¿Vas a presentarte al concurso de belleza?"
Las mujeres cubanas miran a sus hombres con condescendencia y nos lazan un gesto empático, como si nos quisieran decir: "La que os queda" o "¡Qué pesados son!"
Por una boca calle llegamos a la Calle Neptuno. Como decimos por aquí, "petada", es decir, llena de gente. Hay muchos puestos de comida rápida, y ellos comen mucho en la calle, así como, puestos de venta de pan y otros productos al público con peso cubano.
También puestos de helado, que les gusta mucho, aunque siempre rememoran una época pasada en la que eran de más calidad, en los años setenta u ochenta, cuando podían mantener relaciones comerciales con la Europa del Este Socialista y la URSS. Hablan de estos años como de los mejores vividos allí, cuando no les faltaba nada.
Nos llamó la atención un pan amarillo que nunca habíamos visto, es pan de huevo. Y otro elemento a destacar son los "escaparates cubanos". Los establecimientos muestran los productos que se pueden adquirir de un modo muy distinto, ya que no existe el reclamo comercial. De modo austero se colocan en fila india, con el precio debajo, sin el más mínimo detalle ornamental que invite al consumo. Solo se coloca una muestra de cada uno de ellos. El resto está guardado. Dan apariencia de escasez crónica, pero si te cuelas en alguno, puedes comprobar que, aunque no en la medida excesiva de nuestros supermercados, tienen productos que pueden comprar para completar la cesta alimenticia y la cartilla de reparto (que no de racionamiento). Algunos productos se pagan en peso y otros en divisa. El asunto de la doble moneda lo trataré más tarde, pues en la actualidad está en debate en la isla.
A cierta altura de Neptuno nos topamos con el primero de los pillos o busca vidas. Es algo que caracteriza al centro histórico de todas las ciudades turísticas, sobre todo, en aquellas donde la picaresca es una característica inherente al hombre. Esto me recordó a mi propia ciudad, con las gitanas lectoras del destino en la mano. Aquí el asunto adquiere un matiz distinto debido a la doble moneda y la diferencia de la divisa.
La tónica general allí es que el pillo se te ofrezca como guía voluntario. Es la primera prueba a superar como novato, y tienes que andarte listo para no sucumbir a sus encantos, si quieres que te llegue el presupuesto hasta el final. Aunque ya sabemos que no todos los presupuestos son iguales, y nosotras pertenecíamos al grupo "del turista mil eurista": De vacaciones en Cuba pero con mi sueldo en España "me como los mocos".
La cosa es que algún que otro mil eurista se olvida de su condición económica real allí, a causa de la diferencia del valor de la moneda. Pero de esto ya hablaré más tarde, como dije.
En nuestro paseo por la Habana Centro y la Habana Vieja encontramos gente muy dispar entre los "busca vidas", que van desde guías voluntarios hasta un jinetero solidario. Un hombre de muy avanzada edad que portaba un cartel de cartón, como si pidiera de comer o dinero. Nos acercamos para leerlo, y para nuestra sorpresa el cartel decía: SEXO GRATIS. Acompañaba al anuncio la lista de servicios sexuales gratuitos, y su reclamo era:
"OTROS CUBANOS COBRARÍAN POR ESTO"
Fue la anécdota graciosa de la mañana. No parábamos de reir.
No son mayoría en la ciudad, y de hecho, solo se concentran en esta parte, la parte turística. Donde saben que conseguirán divisa haciendo gracias al turista, y sugiriendo, alguno de ellos, que este es su único sustento, algo que no es exactamente así.
Atravesamos la Calle Muralla, con partes en muy mal estado, y a medida que te acercas a la Plaza Vieja mejora, por la restauración. En esta calle destacamos otro simpático cartel, esta vez en un taller de reparación. Decía: NO SE HACEN TRABAJOS DOMÉSTICOS, EVITEN LAS MOLESTIAS.
A la entrada de la plaza hay un centro de atención a ancianos. Los ancianos y los niños se consideran una prioridad para los servicios sociales.
Yo vestía una camiseta con una frase en inglés: I LOVE YOU
Y a mi paso, los grupos de hombres sentados en los soportales, me decían en tono burlón y gracioso: "We love you darling". O "Where do yo come from?"
La Plaza Vieja es preciosa, colorida y alegre. Nos tomamos en una cafetería un jugo de melón, que es sandía para ellos.
Un grupo de teatro hace un espectáculo carnavalesco con música y baile, subidos en unos zancos. En esta plaza encontramos un establecimiento de ADIDAS, y otro de Benneton, a punto de abrirse. El problema es que el acceso a sus productos se hace en divisa, y para los cubanos es muy caro, aunque a veces hacen algún esfuerzo, ahorran, y se dan un gusto.
No crean que el cubano va mal vestido, pues son muy mirados con el atuendo, y curiosamente, encuentras zapatos, ropa, y complementos en ellos similares a los nuestros. Observándolos con atención te sorprenderá el hecho de que calcen las mismas sandalias que se venden en España, las cuales adquieren en los mercadillos callejeros. Es cierto que no pueden darse el lujo de invertir tanto en ropa y calzado, pero no están mal provistos, en términos generales. O al menos, del modo que alguna gente cree por aquí.
Hay un centro de arte, donde se exponen pinturas y los autores de estas las venden al turista. Pero lo que más nos gustó de la plaza es la Escuela Primaria Ángela Landa, donde llegamos accidentamente a causa de la rotura de la sandalia de Rosa, que reparó el administrador del colegio, Arturo.
Mientras esperábamos, nos hablaron del inicio del curso, y de cómo en Cuba es una fiesta ese evento. La Plaza se llena de niños, ya que el recreo se desarrolla en ella, y las clases de gimnasia también. Tenían problemas con la provisión de bolígrafos, ya que esto es un bien que escasea en la isla, y nos ofrecimos a comprar en alguna tienda para donarlos, a lo que contestaron sonriendo:
-Es difícil encontrar bolígrafos aquí, ese es el problema, tal vez vendan en una librería en la calle Mercader.
Días más tarde volveríamos al colegio para despedirnos de ellos.
Lo que caracteriza a todos los empleados de la educación es la humildad extrema, el salario del profesor cubano gira en torno a los 400 pesos mensuales. La educación es gratuita desde la primaria hasta la Universidad, y a diferencia de aquí, no suelen carecer de empleos en este sector, solo que muchos de ellos deciden dejar este empleo para trabajar en el sector turístico, ya que es aquí donde abunda la divisa, y por tanto pueden acceder a ella.
Esta situación está impactando negativamente en muchos sectores, y buscar la solución se ha convertido en tarea principal para el gobierno cubano.
Al finalizar la mañana, estábamos extasiadas, la vuelta la hicimos en un coche de caballos, al que subimos tras ser "literalmente" cazadas por un caza turistas, algo que nos sirvió para tomar bellas imágenes del malecón, aunque la aventura nos costó 25 CUC.
Las horas de sol son distintas en España y Cuba. Allí suele amanecer, más o menos, a la misma hora, pero tuve la sensación de que anochece antes, de tal modo que a las 21 horas hay una oscuridad similar a la de las 22 o 23 horas nuestras.
Solo habíamos contratado desayuno en el hotel. El buffet era sencillo; fruta, queso (en lonchas), jamón cocido, pan, bizcocho, mantequilla, zumos, café, y nuestro plato preferido, una tortilla cocinada sobre plancha.
Juana, la señora encargada de hacer las tortillas, nos preguntó si éramos jimaguas, que significa mellizas. A partir de este momento fue la pregunta del millón.
A la puerta del hotel siempre había taxis estacionados y taxistas haciendo corrillo. Nada más vernos nos preguntaban:
- ¿Taxi?
- No, gracias.
- ¿Y taxista?
Y nos reíamos todos.
Nuestro primer paseo tuvo una pequeña parada en el Hotel Saint Jonhn's, donde una empleada de la oficina de turismo nos dió unos consejos, mientras le pedíamos un plano de La Habana, que difería bastante de la realidad. Intentó convencernos de que contratásemos un tour por la ciudad, pero queríamos ir por libre.
Caminamos a lo largo de la Avenida 23, prolongación de la Rampa, para llegar al Malecón. El sol calentaba desde temprano, con una sensación térmica muy superior a la de Sevilla, a pesar de que tienen menos temperatura en grados. La cara empezó a empaparse en sudor, y observamos que los cubanos suelen llevar una toalla para limpiarse el sudor de la cara. Tuve que hacerme un moño para resistir, hasta acostumbrarme a esa sensación sudorípera.
Buscábamos, en vano, un paso de peatones, hasta que un simpático vía andante nos comentó que ellos sacaban pecho a los coches, sin más... ¡vamos, que se lanzan al asfalto!
Pasamos al otro lado, y nos sentamos frente al monumento dedicado a Antonio Maceo, líder independentista cubano.
La mayoría de los Cubanos consideran la Revolución como un proceso largo, iniciado con José Martí, del cual la Revolución de 1959 es una etapa de asentamiento, pero no la culminación, pues la Revolución, para ellos, sigue en marcha. Cada decisión que toman lo consideran un paso adelante, para afianzar la revolución.
Sentadas en el Malecón observamos a los pescadores, y los edificios, tantas veces filmados cuando se hacen esos reportajes sobre el mal estado del Malecón, con el objeto de desprestigiar al gobierno cubano.
El malecón está siendo restaurado con la ayuda de extranjeros, parece ser que España participa. Están las obras de restauración bastante adelantadas, en relación a los vídeos e imágenes que la gente pone en youtube o a los reportajes televisivos.
Pasamos de nuevo al otro lado de la calle, tras filmar, como hacen todos, el Malecón. En esto no fuimos originales (en casi nada).
Una pareja de policías nos sacó conversación.
Allí el piropo está a la orden del día... a veces en voz alta, y a veces, tan bajo que no alcanzas a saber que te han dicho, tan solo resuena un eco "linda". O te lanzan un beso aéreo, pescadores, viandantes, conductores de carruaje, policías... no importa el atuendo que les vista.
Son muy ocurrentes... "¿Vas a presentarte al concurso de belleza?"
Las mujeres cubanas miran a sus hombres con condescendencia y nos lazan un gesto empático, como si nos quisieran decir: "La que os queda" o "¡Qué pesados son!"
Por una boca calle llegamos a la Calle Neptuno. Como decimos por aquí, "petada", es decir, llena de gente. Hay muchos puestos de comida rápida, y ellos comen mucho en la calle, así como, puestos de venta de pan y otros productos al público con peso cubano.
También puestos de helado, que les gusta mucho, aunque siempre rememoran una época pasada en la que eran de más calidad, en los años setenta u ochenta, cuando podían mantener relaciones comerciales con la Europa del Este Socialista y la URSS. Hablan de estos años como de los mejores vividos allí, cuando no les faltaba nada.
Nos llamó la atención un pan amarillo que nunca habíamos visto, es pan de huevo. Y otro elemento a destacar son los "escaparates cubanos". Los establecimientos muestran los productos que se pueden adquirir de un modo muy distinto, ya que no existe el reclamo comercial. De modo austero se colocan en fila india, con el precio debajo, sin el más mínimo detalle ornamental que invite al consumo. Solo se coloca una muestra de cada uno de ellos. El resto está guardado. Dan apariencia de escasez crónica, pero si te cuelas en alguno, puedes comprobar que, aunque no en la medida excesiva de nuestros supermercados, tienen productos que pueden comprar para completar la cesta alimenticia y la cartilla de reparto (que no de racionamiento). Algunos productos se pagan en peso y otros en divisa. El asunto de la doble moneda lo trataré más tarde, pues en la actualidad está en debate en la isla.
A cierta altura de Neptuno nos topamos con el primero de los pillos o busca vidas. Es algo que caracteriza al centro histórico de todas las ciudades turísticas, sobre todo, en aquellas donde la picaresca es una característica inherente al hombre. Esto me recordó a mi propia ciudad, con las gitanas lectoras del destino en la mano. Aquí el asunto adquiere un matiz distinto debido a la doble moneda y la diferencia de la divisa.
La tónica general allí es que el pillo se te ofrezca como guía voluntario. Es la primera prueba a superar como novato, y tienes que andarte listo para no sucumbir a sus encantos, si quieres que te llegue el presupuesto hasta el final. Aunque ya sabemos que no todos los presupuestos son iguales, y nosotras pertenecíamos al grupo "del turista mil eurista": De vacaciones en Cuba pero con mi sueldo en España "me como los mocos".
La cosa es que algún que otro mil eurista se olvida de su condición económica real allí, a causa de la diferencia del valor de la moneda. Pero de esto ya hablaré más tarde, como dije.
En nuestro paseo por la Habana Centro y la Habana Vieja encontramos gente muy dispar entre los "busca vidas", que van desde guías voluntarios hasta un jinetero solidario. Un hombre de muy avanzada edad que portaba un cartel de cartón, como si pidiera de comer o dinero. Nos acercamos para leerlo, y para nuestra sorpresa el cartel decía: SEXO GRATIS. Acompañaba al anuncio la lista de servicios sexuales gratuitos, y su reclamo era:
"OTROS CUBANOS COBRARÍAN POR ESTO"
Fue la anécdota graciosa de la mañana. No parábamos de reir.
No son mayoría en la ciudad, y de hecho, solo se concentran en esta parte, la parte turística. Donde saben que conseguirán divisa haciendo gracias al turista, y sugiriendo, alguno de ellos, que este es su único sustento, algo que no es exactamente así.
Atravesamos la Calle Muralla, con partes en muy mal estado, y a medida que te acercas a la Plaza Vieja mejora, por la restauración. En esta calle destacamos otro simpático cartel, esta vez en un taller de reparación. Decía: NO SE HACEN TRABAJOS DOMÉSTICOS, EVITEN LAS MOLESTIAS.
A la entrada de la plaza hay un centro de atención a ancianos. Los ancianos y los niños se consideran una prioridad para los servicios sociales.
Yo vestía una camiseta con una frase en inglés: I LOVE YOU
Y a mi paso, los grupos de hombres sentados en los soportales, me decían en tono burlón y gracioso: "We love you darling". O "Where do yo come from?"
La Plaza Vieja es preciosa, colorida y alegre. Nos tomamos en una cafetería un jugo de melón, que es sandía para ellos.
Un grupo de teatro hace un espectáculo carnavalesco con música y baile, subidos en unos zancos. En esta plaza encontramos un establecimiento de ADIDAS, y otro de Benneton, a punto de abrirse. El problema es que el acceso a sus productos se hace en divisa, y para los cubanos es muy caro, aunque a veces hacen algún esfuerzo, ahorran, y se dan un gusto.
No crean que el cubano va mal vestido, pues son muy mirados con el atuendo, y curiosamente, encuentras zapatos, ropa, y complementos en ellos similares a los nuestros. Observándolos con atención te sorprenderá el hecho de que calcen las mismas sandalias que se venden en España, las cuales adquieren en los mercadillos callejeros. Es cierto que no pueden darse el lujo de invertir tanto en ropa y calzado, pero no están mal provistos, en términos generales. O al menos, del modo que alguna gente cree por aquí.
Hay un centro de arte, donde se exponen pinturas y los autores de estas las venden al turista. Pero lo que más nos gustó de la plaza es la Escuela Primaria Ángela Landa, donde llegamos accidentamente a causa de la rotura de la sandalia de Rosa, que reparó el administrador del colegio, Arturo.
Mientras esperábamos, nos hablaron del inicio del curso, y de cómo en Cuba es una fiesta ese evento. La Plaza se llena de niños, ya que el recreo se desarrolla en ella, y las clases de gimnasia también. Tenían problemas con la provisión de bolígrafos, ya que esto es un bien que escasea en la isla, y nos ofrecimos a comprar en alguna tienda para donarlos, a lo que contestaron sonriendo:
-Es difícil encontrar bolígrafos aquí, ese es el problema, tal vez vendan en una librería en la calle Mercader.
Días más tarde volveríamos al colegio para despedirnos de ellos.
Lo que caracteriza a todos los empleados de la educación es la humildad extrema, el salario del profesor cubano gira en torno a los 400 pesos mensuales. La educación es gratuita desde la primaria hasta la Universidad, y a diferencia de aquí, no suelen carecer de empleos en este sector, solo que muchos de ellos deciden dejar este empleo para trabajar en el sector turístico, ya que es aquí donde abunda la divisa, y por tanto pueden acceder a ella.
Esta situación está impactando negativamente en muchos sectores, y buscar la solución se ha convertido en tarea principal para el gobierno cubano.
Al finalizar la mañana, estábamos extasiadas, la vuelta la hicimos en un coche de caballos, al que subimos tras ser "literalmente" cazadas por un caza turistas, algo que nos sirvió para tomar bellas imágenes del malecón, aunque la aventura nos costó 25 CUC.
viernes, 10 de septiembre de 2010
La sociedad y su paisaje (II)
Ahora entro en materia y explico la razón del título. En geografía se estudia el modo en que cada sociedad se refleja en su paisaje (La imagen de la ciudad). Y esto es una realidad aplastante cuando los modos sociales difieren tanto como lo hacen el capitalista y el socialista.
La diferencia de los paisajes urbanos explica la concepción que uno mismo tiene de las cosas que ve, de acuerdo al modo en que alcance a analizar los signos sociales en la urbe.
Lo primero que llama la atención al llegar allí es la oscuridad en las calles. Las zonas iluminadas lo están de un modo muy racionalizado, lo que se traduce en poca luz. Al principio te cuesta trabajo adivinar el rostro de la gente, pero al pasar un par de días te acostumbras a ver en ese nivel de luz, y caminas con la misma tranquilidad que lo hacen los cubanos, y sintiéndote segura de no estar en peligro, debido a la enorme seguridad que hay, de la que adolecemos en otros lugares del mundo.
Hablo de la luz nocturna porque era de noche cuando llegamos al Vedado. Vedado significa "prohibido", y he escuchado dos versiones sobre el origen, de modo que los que sepan más que yo, no duden en aclarar. Una de ellas habla de que ésta era una zona que constituía la parcela de un conde (el Conde de Pozos Dulces), y que estaba "vedada" al resto. Y la otra se decanta por la prohibición de talar sus árboles.
El barrio pertenece al municipio Plaza de la Revolución. El Hotel en que nos hospedamos es modesto, aunque tuvo que tener mucha solera en algún tiempo pasado. Un mural recuerda a algunos de sus huéspedes ilustres entre los que destacan a Ramón Castro, Salvador Allende o Camilo Cienfuegos. La habitación cuesta entre 50 y 30 CUC la noche, dependiendo de la temporada. Muy limpia.
Delante del hotel se despliega La Rampa, gran avenida, llena de vida, y justo frente a su puerta se alzan bloques de viviendas familiares, de corte obrero, de color rosa y blanco. La tónica general externa de las fachadas habaneras es la falta de pintura, ya que la pintura es un producto caro para ellos. Los materiales para la reconstrucción y reparación de edificios son, en general, caros para adquirirlos allí. Sin embargo hay diferencias por pisos o viviendas, así hay algunos pintados y perfectamente cuidados, y otros más descuidados.
La calle O es una calle estrecha, y ruidosa. El paisaje urbano se define por la austeridad comercial, y el derroche humano. Tal vez sea esta austeridad comercial lo que lleva a muchos turistas a pensar de modo falso que el cubano es "un muerto de hambre", porque hay una falta evidente de escaparates voluptuosos y luminosos comerciales que te invitan al consumo.
Las vallas anunciantes se usan para dar mensajes al pueblo, o para recordar frases históricas de lucha y resistencia. Donde aquí te ponen "Yo no soy tonto", allí encuentras "Todo por la Revolución" "Patria o Muerte o "Hasta la victoria siempre".
Este hecho ha llevado a algunos a pensar que se abusa de la propaganda política. En este aspecto hay gustos para todos, pero entre "Yo no soy tonto" (para venderte productos electrónicos que resultan estar en mal estado en algún caso que otro) y "Patria o Muerte" que refleja de modo fiel la realidad en la que vive el pueblo cubano que se enfrenta con gran dignidad a las agresiones del Sherif mundial, me quedo con lo segundo.
En el paisaje destaca la tranquilidad y sosiego del cubano, que jamás pierde los nervios, por nada del mundo, y la musicalidad de su entonación.
Hay mucha gente en la calle, y muchos niños, que en ningún caso tienen aspecto desnutrido o de estar mal alimentados.
El cubano es un gran hablador, y es habitual encontrar corros de personas conversando sobre sus problemas diarios, o gente sentada, simplemente al quicio de la puerta, o en la terraza. Punto de encuentro de jóvenes habaneros es el Malecón, donde se concentran todas estas prácticas descritas, pero esto lo contaré en otra entrega.
La diferencia de los paisajes urbanos explica la concepción que uno mismo tiene de las cosas que ve, de acuerdo al modo en que alcance a analizar los signos sociales en la urbe.
Lo primero que llama la atención al llegar allí es la oscuridad en las calles. Las zonas iluminadas lo están de un modo muy racionalizado, lo que se traduce en poca luz. Al principio te cuesta trabajo adivinar el rostro de la gente, pero al pasar un par de días te acostumbras a ver en ese nivel de luz, y caminas con la misma tranquilidad que lo hacen los cubanos, y sintiéndote segura de no estar en peligro, debido a la enorme seguridad que hay, de la que adolecemos en otros lugares del mundo.
Hablo de la luz nocturna porque era de noche cuando llegamos al Vedado. Vedado significa "prohibido", y he escuchado dos versiones sobre el origen, de modo que los que sepan más que yo, no duden en aclarar. Una de ellas habla de que ésta era una zona que constituía la parcela de un conde (el Conde de Pozos Dulces), y que estaba "vedada" al resto. Y la otra se decanta por la prohibición de talar sus árboles.
El barrio pertenece al municipio Plaza de la Revolución. El Hotel en que nos hospedamos es modesto, aunque tuvo que tener mucha solera en algún tiempo pasado. Un mural recuerda a algunos de sus huéspedes ilustres entre los que destacan a Ramón Castro, Salvador Allende o Camilo Cienfuegos. La habitación cuesta entre 50 y 30 CUC la noche, dependiendo de la temporada. Muy limpia.
Delante del hotel se despliega La Rampa, gran avenida, llena de vida, y justo frente a su puerta se alzan bloques de viviendas familiares, de corte obrero, de color rosa y blanco. La tónica general externa de las fachadas habaneras es la falta de pintura, ya que la pintura es un producto caro para ellos. Los materiales para la reconstrucción y reparación de edificios son, en general, caros para adquirirlos allí. Sin embargo hay diferencias por pisos o viviendas, así hay algunos pintados y perfectamente cuidados, y otros más descuidados.
La calle O es una calle estrecha, y ruidosa. El paisaje urbano se define por la austeridad comercial, y el derroche humano. Tal vez sea esta austeridad comercial lo que lleva a muchos turistas a pensar de modo falso que el cubano es "un muerto de hambre", porque hay una falta evidente de escaparates voluptuosos y luminosos comerciales que te invitan al consumo.
Las vallas anunciantes se usan para dar mensajes al pueblo, o para recordar frases históricas de lucha y resistencia. Donde aquí te ponen "Yo no soy tonto", allí encuentras "Todo por la Revolución" "Patria o Muerte o "Hasta la victoria siempre".
Este hecho ha llevado a algunos a pensar que se abusa de la propaganda política. En este aspecto hay gustos para todos, pero entre "Yo no soy tonto" (para venderte productos electrónicos que resultan estar en mal estado en algún caso que otro) y "Patria o Muerte" que refleja de modo fiel la realidad en la que vive el pueblo cubano que se enfrenta con gran dignidad a las agresiones del Sherif mundial, me quedo con lo segundo.
En el paisaje destaca la tranquilidad y sosiego del cubano, que jamás pierde los nervios, por nada del mundo, y la musicalidad de su entonación.
Hay mucha gente en la calle, y muchos niños, que en ningún caso tienen aspecto desnutrido o de estar mal alimentados.
El cubano es un gran hablador, y es habitual encontrar corros de personas conversando sobre sus problemas diarios, o gente sentada, simplemente al quicio de la puerta, o en la terraza. Punto de encuentro de jóvenes habaneros es el Malecón, donde se concentran todas estas prácticas descritas, pero esto lo contaré en otra entrega.
La sociedad y su paisaje (I)
Tal vez os esteis preguntando la razón que me lleva a dar este nombre a la siguiente entrega. Sin embargo, fue esta la primera idea que asaltó mi mente al llegar a La Habana.
Sobre el vuelo no hay mucho que decir, aquellos que han cruzado el charco en avión saben que las nueves horas se hacen muy pesadas. En la cabina se acumulan olores y, sobretodo, cansancio, palpable en el ambiente.
Del trayecto quedan dos anécdotas para el recuerdo.
La primera se produjo en el aeropuerto de Madrid, en la T4. Una pareja se idolatraba mutuamente ante la cabina que da acceso a las puertas de embarque, mientras la autoridad competente revisaba su documentación. Frente a las atónitas miradas de todos el joven policía fijó sus ojos, con dureza, en los ojos del presunto enamorado, y con voz seca, agregó:
_ ¿Sabe usted que tiene una orden de alejamiento de esta señorita?
Y apuntó a la mujer.
Él se lo tomó con tal naturalidad que incluso daba miedo, y trató de explicar al joven policía su situación con la mujer, con bastante "guapería", que diría un cubano.
_ Ya, pero caducó el día 15... ¿no?
Fueron retenidos, y nosotras pasamos, de modo que no os puedo contar el resto de la terrible historia "De amor y de ostias"
La segunda sucedió en el vuelo, y la protagoniza mi hermana, a quien suelen pasar las cosas más dispares.
En los vuelos transoceánicos te ponen dos comidas: almuerzo y merienda o cena y desayuno.
Tras el almuerzo, de pasta y tomate, que deshacía el estómago, mi hermana, a quien a partir de ahora llamaré "mi jimagua", se dispuso a acudir al baño para lavarse los dientes. A la vuelta traía la cara un poco arrugada... y yo le pregunté...
_¿Te ha pasado algo?
Entonces se sentó a mi lado, y con el salero que la caracteriza, me dijo.
_¿Cuantas posibilidades hay de ir al baño de un avión, abrir la puerta, y encontrarte a un tío cagando?
De repente estalló la risa de ambas, cuando relató cómo después de abrir la puerta en pleno apogeo, tuvo que hacer de tripas corazón, y encerrarse en ese medio sarcófago que hace las veces de baño para aguantar la respiración mientras se lavaba los dientes.
El joven había olvidado poner el seguro a la puerta.
A las 20.30 en La Habana, el avión aterrizó sobre la Perla del Caribe, siendo mi primera imagen un pequeño cúmulo luminoso que se dispersaba al acercarnos.
El aeropuerto internacional José Martí está situado a 18 km de La Habana, en el municipio de Rancho Boyeros.
No es muy grande, y a pesar de que, mi gran amigo Tomas Caballero, me advirtió que se nos haría largo el proceso de paso por extranjería para el sellado de visados, finalmente no me resultó tan pesado, y tuvimos la suerte de colocarnos en la cola adecuada, pues ya sabeis, los que habeis hecho cola en alguna ocasión, algo que no es ajeno al españolito de a pié, que hay colas y colas.
El techo del aeropuerto está adornado con banderas, y el colorido es lo primero que salta a la vista. No hubo problemas para encontrar el equipaje, debido al excelente servicio prestado por el personal aeroportuario, y en general, fue más rápido de lo que imaginé a priori, de acuerdo a los relatos de otros viajeros.
Lo primero es cambiar moneda en CUC o peso convertible, que equivale a 0'85 EUR. Como norma de seguridad establecen que solo puede estar en la caja una persona, y la siguiente debe situarse a una distancia prudencial.
Ya en el aeropuerto nos hablaron del deber de todo turista recién llegado de visitar La Casa de la Música, donde los cubanos acuden a "romper cintura" (palabras textuales), y Tropicana, lo que me hizo reir al acordarme de Tomás.
En las puertas del aeropuerto nos vimos arrastradas a un taxi, negro y amarillo, cuyo conductor no puso el cuenta kilómetros, algo que se convertiría en una tradición durante nuestra estancia, aunque Rafael nos aclaró que tienen la obligación de hacerlo.
El hombre nos preguntó si nos molestaba la música, y le dijimos que no, lo que tuvo como consecuencia conocer el volumen musical cubano, que a Rafael Migueles tanto disgusta.
Como si marchásemos en un taxi discoteca, y haciendo esfuerzos por escuchar nuestras voces y la del taxista, quien en lugar de bajar la música para hablarnos, alzaba la voz, emprendimos camino al Hotel Vedado, en el barrio del Vedado, conocido por una gran mayoría de nosotros a través del grupo Orishas.
Hago un pequeño paréntesis para comentar los pormenores automovolísticos, en unos carros sesenteros o setenteros, cuyas piezas se conservan muchas veces con gran dificultad, debido al espfuerzo económico que supone para los cubanos renovar la plantilla automovilística. Más adelante comentaré de los coches.
http://www.youtube.com/watch?v=meyxOHl2wnI
Sobre el vuelo no hay mucho que decir, aquellos que han cruzado el charco en avión saben que las nueves horas se hacen muy pesadas. En la cabina se acumulan olores y, sobretodo, cansancio, palpable en el ambiente.
Del trayecto quedan dos anécdotas para el recuerdo.
La primera se produjo en el aeropuerto de Madrid, en la T4. Una pareja se idolatraba mutuamente ante la cabina que da acceso a las puertas de embarque, mientras la autoridad competente revisaba su documentación. Frente a las atónitas miradas de todos el joven policía fijó sus ojos, con dureza, en los ojos del presunto enamorado, y con voz seca, agregó:
_ ¿Sabe usted que tiene una orden de alejamiento de esta señorita?
Y apuntó a la mujer.
Él se lo tomó con tal naturalidad que incluso daba miedo, y trató de explicar al joven policía su situación con la mujer, con bastante "guapería", que diría un cubano.
_ Ya, pero caducó el día 15... ¿no?
Fueron retenidos, y nosotras pasamos, de modo que no os puedo contar el resto de la terrible historia "De amor y de ostias"
La segunda sucedió en el vuelo, y la protagoniza mi hermana, a quien suelen pasar las cosas más dispares.
En los vuelos transoceánicos te ponen dos comidas: almuerzo y merienda o cena y desayuno.
Tras el almuerzo, de pasta y tomate, que deshacía el estómago, mi hermana, a quien a partir de ahora llamaré "mi jimagua", se dispuso a acudir al baño para lavarse los dientes. A la vuelta traía la cara un poco arrugada... y yo le pregunté...
_¿Te ha pasado algo?
Entonces se sentó a mi lado, y con el salero que la caracteriza, me dijo.
_¿Cuantas posibilidades hay de ir al baño de un avión, abrir la puerta, y encontrarte a un tío cagando?
De repente estalló la risa de ambas, cuando relató cómo después de abrir la puerta en pleno apogeo, tuvo que hacer de tripas corazón, y encerrarse en ese medio sarcófago que hace las veces de baño para aguantar la respiración mientras se lavaba los dientes.
El joven había olvidado poner el seguro a la puerta.
A las 20.30 en La Habana, el avión aterrizó sobre la Perla del Caribe, siendo mi primera imagen un pequeño cúmulo luminoso que se dispersaba al acercarnos.
El aeropuerto internacional José Martí está situado a 18 km de La Habana, en el municipio de Rancho Boyeros.
No es muy grande, y a pesar de que, mi gran amigo Tomas Caballero, me advirtió que se nos haría largo el proceso de paso por extranjería para el sellado de visados, finalmente no me resultó tan pesado, y tuvimos la suerte de colocarnos en la cola adecuada, pues ya sabeis, los que habeis hecho cola en alguna ocasión, algo que no es ajeno al españolito de a pié, que hay colas y colas.
El techo del aeropuerto está adornado con banderas, y el colorido es lo primero que salta a la vista. No hubo problemas para encontrar el equipaje, debido al excelente servicio prestado por el personal aeroportuario, y en general, fue más rápido de lo que imaginé a priori, de acuerdo a los relatos de otros viajeros.
Lo primero es cambiar moneda en CUC o peso convertible, que equivale a 0'85 EUR. Como norma de seguridad establecen que solo puede estar en la caja una persona, y la siguiente debe situarse a una distancia prudencial.
Ya en el aeropuerto nos hablaron del deber de todo turista recién llegado de visitar La Casa de la Música, donde los cubanos acuden a "romper cintura" (palabras textuales), y Tropicana, lo que me hizo reir al acordarme de Tomás.
En las puertas del aeropuerto nos vimos arrastradas a un taxi, negro y amarillo, cuyo conductor no puso el cuenta kilómetros, algo que se convertiría en una tradición durante nuestra estancia, aunque Rafael nos aclaró que tienen la obligación de hacerlo.
El hombre nos preguntó si nos molestaba la música, y le dijimos que no, lo que tuvo como consecuencia conocer el volumen musical cubano, que a Rafael Migueles tanto disgusta.
Como si marchásemos en un taxi discoteca, y haciendo esfuerzos por escuchar nuestras voces y la del taxista, quien en lugar de bajar la música para hablarnos, alzaba la voz, emprendimos camino al Hotel Vedado, en el barrio del Vedado, conocido por una gran mayoría de nosotros a través del grupo Orishas.
Hago un pequeño paréntesis para comentar los pormenores automovolísticos, en unos carros sesenteros o setenteros, cuyas piezas se conservan muchas veces con gran dificultad, debido al espfuerzo económico que supone para los cubanos renovar la plantilla automovilística. Más adelante comentaré de los coches.
http://www.youtube.com/watch?v=meyxOHl2wnI
martes, 17 de agosto de 2010
El sueño del Malecón
Quedan, tan solo, siete días para partir y dar inicio a mi aventura habanera.
Cuando hablo de cumplir sueños, no lo hago de modo figurado, pues yo realmente he soñado muchas veces con que llegaba a La Habana, solo que lo hacía en barco, y me encontraba con el Malecón visto desde el mar.
Siempre coincidían estos sueños con etapas de estrés debidas al trabajo o los estudios, por lo que el sueño constituía la liberación de mi espíritu a través del Mar Caribe. Un día lo comenté con mi hermana, y compañera de viaje, y resultó que ella también había tenido este sueño. Por ello, nada más comprar el vuelo, nos hicimos a la tarea de buscar alojamiento cerca del Malecón.
Barajamos la posibilidad de alquilar vivienda o alojarnos en hotel, y optamos por lo segundo, por la comodidad de que incluía desayuno, y al menos nos olvidamos de la 1ª comida del día...
Días más tarde, cuando ya todo estaba resuelto, volví a soñar con que viajaba a La Habana, pero no en barco, sino en avión, como será en la realidad.
Pero como los sueños son incompresibles y están llenos de símbolos que desconocemos, al despertar y pensar en ello, me di cuenta de que había varios elementos que convertían el sueño en abstracto y casi Daliliano.
Por ejemplo, si bien, acabo de decir que el viaje lo realizaba en avión, sin embargo, el lugar donde embarcaba no era el aeropuerto, sino la estación de autobuses de Sevilla, situada en el Prado de San Sebastián.
Luego durante el sueño me veía caminando largas jornadas por una ciudad que no parecía La Habana, y que tenía aspecto medieval, algo parecida a Granada. Tras la larga caminata nos encontrábamos de regreso, saliendo de nuevo por la puerta en forma de arco de la estación de autobuses, y comentando con angustia que habíamos olvidado pasear por el Malecón.
lunes, 9 de agosto de 2010
LA TURISTA CALVA
Cuando pensaba que todo mi sin vivir había acabado vienen los controladores aéreos a anunciar que probablemente harán huelga a partir del 22 de Agosto (partiendo yo el 23).
Ay mísero de mí...
Desde la semana pasada estoy escuchando posibles fechas, y he estado cruzando los dedos de las manos y de los pies para que no coincidiera con mi partida.
Y ahora leo en algunos sitios reivindicativos que debemos solidarizarnos con ellos, cuando gano 800 Euros al mes, y con ese sueldo imaginareis que no es fácil ahorrar dinero para unas vacaciones Habaneras.
Y es que mi suerte es caprichosa... decido comprar una entrada para ir a ver, por primera vez en mi vida, a U2 en concierto, y resulta, que la primera huelga a nivel europeo que realizan las organizaciones obreras se convoca el mismo día del concierto, lo que me lleva a una situación confusa, pues por un lado, estoy completamente de acuerdo con las razones, necesidad y convocatoria de la movilización europea, y pretendo secundarla, y por otra parte, he invertido una cantidad bastante elevada en dicho evento, que obviamente no me será devuelto de ninguna manera, ya que no es culpa de los U2 que haya huelga general. ¡Con la de días que había podía no haberse dado esta coincidencia... pero a mí se me dio!
Casi tenía asumida esa fatal coincidencia cuando, de repente, me encuentro con ésta segunda convocatoria, también coincidente con mi viaje soñado. Y me digo yo...
"¡Joder! Siempre me toca a mí"
Y me veo mirando todos los días las noticias, para ver si el guapete ese del sindicato de controladores dice de una vez por todas el día que han elegido. Solo le pido a Superman (como diría Homer Simpson) que lo hagan después del 23... que si me tengo que quedar en La Habana unos días más, por mi encantada... pero que no me den la ida...
Cuando tan solo me quedan unos 10 diaz para partir me encuentro con un nuevo motivo de intranquilidad que turba mi sueño. Por ello estoy pensando que seguramente llegaré a La Habana calva... pues se me está cayendo el pelo con tanto estrés.
Ay mísero de mí...
Desde la semana pasada estoy escuchando posibles fechas, y he estado cruzando los dedos de las manos y de los pies para que no coincidiera con mi partida.
Y ahora leo en algunos sitios reivindicativos que debemos solidarizarnos con ellos, cuando gano 800 Euros al mes, y con ese sueldo imaginareis que no es fácil ahorrar dinero para unas vacaciones Habaneras.
Y es que mi suerte es caprichosa... decido comprar una entrada para ir a ver, por primera vez en mi vida, a U2 en concierto, y resulta, que la primera huelga a nivel europeo que realizan las organizaciones obreras se convoca el mismo día del concierto, lo que me lleva a una situación confusa, pues por un lado, estoy completamente de acuerdo con las razones, necesidad y convocatoria de la movilización europea, y pretendo secundarla, y por otra parte, he invertido una cantidad bastante elevada en dicho evento, que obviamente no me será devuelto de ninguna manera, ya que no es culpa de los U2 que haya huelga general. ¡Con la de días que había podía no haberse dado esta coincidencia... pero a mí se me dio!
Casi tenía asumida esa fatal coincidencia cuando, de repente, me encuentro con ésta segunda convocatoria, también coincidente con mi viaje soñado. Y me digo yo...
"¡Joder! Siempre me toca a mí"
Y me veo mirando todos los días las noticias, para ver si el guapete ese del sindicato de controladores dice de una vez por todas el día que han elegido. Solo le pido a Superman (como diría Homer Simpson) que lo hagan después del 23... que si me tengo que quedar en La Habana unos días más, por mi encantada... pero que no me den la ida...
Cuando tan solo me quedan unos 10 diaz para partir me encuentro con un nuevo motivo de intranquilidad que turba mi sueño. Por ello estoy pensando que seguramente llegaré a La Habana calva... pues se me está cayendo el pelo con tanto estrés.
viernes, 6 de agosto de 2010
DE TÓPICOS Y OTRAS GUISAS.
Desde que hice pública nuestra intención de visitar la tierra soñada, la sede caribeña del socialismo, y, al mismo tiempo, la patria donde nacieron Martí, Fidel y Raul, o donde Ernesto Che Guevara se consolidó como el guerrillero heroico que todos añoramos y admiramos, muchas son las personas que nos han aconsejado amablemente, para que podamos preparar nuestra visita.
Aquí me encuentro con la obligación de mencionar a Tomas Caballero, quien me ha ayudado mucho desde el comienzo con los preparativos, a través de sus consejos, pues tiene en La Habana su segunda casa, y su corazón.
Es Español, de Madrid, pero ama a Cuba como si hubiera nacido allí mismo.
Además de él, cada vez que he hablado con alguien que haya tenido la dicha antes que yo, no ha dudado en indicarme que cosas nos han de ocurrir al llegar a la isla. Todo sumado a la colección de consejos que se acumulan en las web de turismo en Cuba que existen en la red.
A través de los relatos de viajeros conocidos y desconocidos, así como, de los comentarios de las guías de turismo, he podido observar cómo existen un buen número de anécdotas, que más bien parecen tópicos que realidades.
De tal modo, en algunas guías de turismo editadas en nuestro país nos describen a los cubanos y las cubanas como gente apasionada, abierta, y deseosa de "cortejar" a los visitantes que llegan a la isla, debido a que esto forma parte de su carácter. Es, para ellos, algo incluido entre los diversos atractivos de la isla. Y los aseguran de este modo: "Nada más bajar del avión encontrará un cubano/a esperándole"
Está claro que el aeropuerto debe estar lleno de cubanos que trabajan allí...
Estas insinuaciones se convierten en una gran fantasía para muchos y muchas quienes, nada más oir que vamos dos chicas solas de viaje a La Habana, hacen comentarios del tipo...
-¡Ahhhhh! Cuidado con los cubanos...
o
- Turismo sexual ehhhhhhhhhhh!!!!!
Y aquellos que ya han estado (no todos, me refiero a algunas personas, como es lógico) van más lejos, y afirman que durante su estancia, fue tal el cortejo que recibieron que, incluso, les resultaba pesado.
Curiosamente nadie se volvió de Cuba sin comerse un rosco...¡qué cosas!
Lo que más llama la atención es que la mayoría de estos individuos afirma que su cubano/a era un bellezón, muchos años menor que ellos/as, mulato/a, cultísimo e inteligente, trabajando en el sector servicios, algo que les sorprende muchísimo, aún sabiendo que allí la educación es gratuita y que el acceso a los estudios superiores no es un fenómeno extraño en Cuba, sino mayoritario. Y comentan, aquellos que ven con malos ojos el socialismo cubano.
-¡Qué lástima, licenciado en derecho y trabaja de camarero en un hotel!
Soprendentemente estas personas no tienen la menor idea sobre donde trabajan los licenciados españoles, los cuales nos diferenciamos de los cubanos en el hecho concreto de que nuestras carreras nos han costado una suma elevada de dinero, y que hemos tenido que pagar cada título que tenemos, y con todo ello, muchos hemos acabado trabajando también de camareros/as, o de promotoras y azafatas de congreso por un sueldo irrisorio, o repartidos por las cientos de ETT que conforman nuestro sistema laboral, sin derechos de ninguna clase, y a lo peor en el paro.
Y es que el tópico es muy recurrente en nuestras vidas. Si te vas a Suecia o a Alemania con tu hermana o una amiga a nadie se le ocurre decirte: "Ten cuidado con los alemanes, o con los suecos". Allí son ellos los que tendrán que temernos...
¿Qué dirán los suecos de los españoles?
Otra cosa que me ha llamado la atención, sobre todo, en las guías editadas para España, es como éstas olvidan, a veces, cual es nuestro lugar en el mundo, y te advierten sobre cosas que podrían, bien, sorprender a un sueco o a un alemán, pero nunca a un español.
Cuando se refieren a la impuntualidad del cubano... pero ¿es la puntualidad un rasgo característico en España?
O cuando hablan del trasnporte público, y lo describen como masificado, lento, no puntual. En España, a excepción de las ciudades grandes que cuentan con metro, el transporte público no es ninguna maravilla.
El día que leí, precisamente, este comentario en un sitio web, tuve que esperar el autobús que me lleva a casa desde el trabajo durante más de media hora.
Mi barrio, el Parque Alcosa, y si alguien lo conoce puede afirmar la certeza de lo que aquí digo, solo tiene un línea de autobús que conecta el barrio con el centro de modo directo, y si bien desde hace unos años hasta hoy está decente, y solo tenemos que esperar durante más de media hora un par de días a la semana, y el resto, viene más o menos regularmente cada 15 minutos, si no llueve o hay algún evento grande en la ciudad, aún tengo recuerdos de mi infancia, adolescencia e incluso juventud de aquellos años cuando salir del barrio era una Misión Imposible.
Por aquellos tiempos los ayuntamientos de España donaban autobuses a Cuba en solidaridad con la isla, y en mi barrio solíamos decir que los nuestros eran los que Cuba donaba a España posteriormente.
Subir a un autobús de mi barrio requería destreza, para no quedarte en tierra, y saberte colocar en el interior para buscar un hueco por el que respirar. La mayoría de las veces, en hora punta, parecíamos calcamonías en las ventanas, despertando las risas de los conductores de coches privados.
Cuando le comenté a mi hermana lo que había leido sobre los autobuses habaneros, ambas soltamos una carcajada, y ella exclamó: ¡Si hemos sobrevivido al autobús de Alcosa, no hay guagua que se nos resista!
Son muchos los tópicos que tendré que analizar cuando esté por allí, en mi tarea de acabar con tópicos y otras guisas, y que por su puesto, compartiré con vosotros en mis futuras entregas de el anecdotario o Cuaderno de Viajes.
SALUD, REPÚBLICA Y SOCIALISMO!
AÑADIDO POSTERIOR:
http://www.20minutos.es/noticia/259665/0/autobuses/alcosa/torreblanca/
La foto de arriba corresponde al autobús de Alcosa.
jueves, 5 de agosto de 2010
SIN VISA NO HAY PARAISO...
Una vez relajadas, y tras realizar el primer examen o prueba A, según la Orden de 25 Marzo, procedí a solicitar en mi banco de toda la vida la tarjeta visa, con el objeto de poder completar la reserva de alojamiento.
Fui allí, rellené un formulario, entregué la documentación que me pedían, copia del DNI y nominas, y me despedí de ellos con una sonrisa satisfecha:
- En pocos días recibirá la tarjeta en su casa por correo.
Dijo el caballero que tuvo la amabilidad de atenderme.
Todo parecía ir sobre ruedas, pasamos días idílicos mirando alojamientos, y esperando que cumplieran, sobre todo, un requisito, estar cerca del malecón. Debido a un sueño que ambas tuvimos en la adolescencia-juventud.
Pasaron dos semanas y caí en la cuenta que la tarjeta visa tardaba más de la cuenta, de modo que me personé en el banco. En la mesa donde hubiera sentado antes un amable caballero, ahora sentaba sus posaderas una chica rubia.
-Hola, buenos días.
Me invitó a sentarme. Le comenté todo lo acontecido desde que solicitara la tarjeta y ella me comentó que parecía raro, ya que solo tardan unos cinco días.
-¡Se ha extraviado!- añadió
Y procedió a completar una nueva solicitud vía red, tras anular la anterior. Me explicó que era un duplicado.
-En cinco días, puedes venir a recogerla.
A los cinco días me personé allí, y la misma chica me la entregó y me dijo.
-Ya está. Ahora metes tu clave y listo.
-¿Qué clave?- le pregunté
- La tuya- respondió.
- ¿La mía? Yo solo tengo la de la tarjeta maestro. ¿Esa?
- Así es
Me resultó extraño, pues todo el mundo me había asegurado que te dan ellos una clave. Pero guiada por la seguridad que me demostró la chica, procedí a meterla.
*****
Y al pronto me salió un mensaje que decía: NO TIENE PERMISO PARA ERALIZAR ESTA ACCIÓN.
Entré a comentárselo. Y ella me dijo.
-Eso es porque Visa aún no ha registrado tu tarjeta. Espera al lunes.
Era viernes.
El lunes volví a intentarlo, con el mismo resultado. Volví a la oficina. Y volví a encontrar a la misma chica.
-Espera un segundo. Miró el programa con mis datos y me dijo. Ahora te va a llegar un SMS con una clave, introduce esa.
Lo hice, y pude ver el menú de inicio, pero sin más. Estaba cabreada, y ella me insistió en que esperase, y que de todos modos si me corría prisa podía comprar con ella por Internet.
Yo la miré, por primera vez con mucha seriedad, y le dije.
-Está bien, lo haré. Si vuelvo a tener problemas voy a volver y quiero que me lo solucionen ya. De inmediato.
Nuevo intento. Nada de nada.
Regresé a la oficina hecha una furia, acompañada de mi hermana y mi padre, había perdido más de una semana y tenía la PRUEBA B de la Orden del 25 de Marzo encima.
La chica me vio la cara de HELL BOY. Y me dijo, mejor la anulamos y pedimos otra.
-No, no, noooooooooooooooo. La solución debe ser hoy.
-Es imposible.
-Quiero hablar con el director de la oficina.
Un hombre salió de un despacho contiguo.
-Eres Raquel. ¿No?
Curiosamente sabía mi nombre, lo que indicaba que había sucedido algo con la tarjeta que había sido motivo de conversación ente el director y la empleada.
Me hizo pasar y me trató amablemente. Y yo, intentando no tener que regresar más allí, me tiré a la piscina y amenacé cual una millonaria de grandes fondos en el banco.
-Estoy pendiente de comprar una reserva que tengo que pagar hoy. Es una oferta ofertísima. Si la pierdo, porque no pudiera estar habilitada mi tarjeta para hoy, procederé a cancelar, mañana por la mañana, mi cuenta, y las cuentas de todos los miembros de mi familia.
El hombre me pidió calma y me prometió llamarme durante la mañana. Dicho y hecho, a la media hora del suceso recibí su llamada. De repente se habían agilizado todos los trámites y mi tarjeta visa estaba operativa.
Lo de la reserva y la retirada había sido un gran farol, que salió bien. Todo indicaba que mi vida se normalizaba. Teníamos reserva. Todo estaba en orden. Pero aquí no acaba todo.
SALUD Y REPÚBLICA SOCIALISTA.
PORCA MISERIA!!!!
Como ya sabeis, los que me conoceis bien, visitar La Habana, o mejor dicho, toda Cuba (si pudiera), ha sido mi sueño desde la infancia, adolescencia y juventud. Así que, desde que comencé a tener dinero propio, cuando podía guardaba algo, con el objeto de destinarlo a cumplir mi sueño.
Luego ese dinero nunca llegaba a quedar guardado, y era gastado en otros menesteres. Tengo que señalar que, hasta hace relativamente poco, mis trabajos consistían en contratos por obra y servicio que apenas duraban 15 días, y lo más que llegaba a tener en un mes eran 300 o 200 Euros, que estiraba de una forma espectacular, con la ayuda, claro está, de mis padres, que nunca me han puesto morros o mala cara por habitar su vivienda, que también es mía, aunque no haya contribuido para pagarla con el sudor de mi frente.
Pero finalmente, hace un mes más o menos, la curiosidad me llevó a una agencia de viajes on line, y consulté, así en plan “voy a soñar despierta”, un vuelo Sevilla – La Habana, y ¡zas!, ahí estaba el mío, esperándome, perfecto para mis ahorros, “una ganga” que dirían unos, “lo hubiera encontrado yo más barato” que dirían otros.
Tuve una subida de adrenalina, que sumada a los nervios que tenía debido al examen que se me avecinaba (las oposiciones), provocó una primera anécdota, que en seguida pasaré a mencionar. En esta nota, voy a compartir con vosotros las consecuencias de preparar un viaje “caminando por las nubes”.
CAPITULO 1º. PORCA MISERIA!
El vuelo lo reservé on line en Viajes el Corte Inglés. Era vuelo, exclusivamente, sin estancia, ya que aún no sabíamos donde queríamos hospedarnos. Los paquetes suelen llevarte a hoteles de pulserita y guía, y nosotras (mi sister y yo) no queríamos nada parecido a eso.
De modo que quedé con mi hermana (compañera de viaje, será el primero que hacemos juntas y solitas) en el mismo Corte Inglés, ya que la reserva decía que ésta espiraba a las 24 horas, si no efectuabas la compra en el establecimiento.
La reserva la había hecho al medio día del día anterior, de modo, que nos fuimos directas a la Agencia de Viajes del Corte Inglés, situada en Nervión, y nos dijimos… “luego comemos”
La atención al público estaba en manos de un joven con aspecto pulcro, con el pelo bien peinado y la raya bien trazada. Por su forma de hablar, determinamos que se trataba de un miembro de la tribu urbana conocida con en nombre de “pijos”. El joven nos invitó a sentarnos, y formamos un cuadro llamativo, el joven pulcro y las dos “chicarronas” del sur. Observó atentamente la reserva que le entregué y exclamó sin ocultar su sorpresa (no sé porqué): ¿La Habana?!
Asentimos en silencio. Y el continuo hablando. “Está bien de precio, barato… ¿Sólo vuelo? ¿No quereis alojamiento?
Le comentamos que no estábamos decididas, pero que si él nos ayudaba lo contratábamos también. Entonces dijo. “Sí, pero si contratais alojamiento, este vuelo hay que anularlo y buscar otro”
Respondimos, que en ese caso, lo buscaríamos nosotras. Pues el vuelo era una ganga.
El tipo arqueó la ceja, como irritado, y procedió a solicitar el vuelo reservado. Cuando llegó la hora de pagar dijo… debe ser con tarjeta visa. Yo no tenía tarjeta visa, ya que nunca la había necesitado hasta la fecha, y en otras ocasiones había comprado vuelos más baratos con la mía “maestro” de toda la vida. Se lo dije, sin saber, por su puesto, que con la maestro no se pueden hacer compras de una cantidad mayor a 600 Eur o menos creo. Y el joven pijo no se molestó en explicármelo, solo me la cogió y, dispuesto a divertirse, dejó que el programa hablara por sí solo.
Entonces mi hermana sacó su visa del bolso, y dijo, prueba con esta… El tipo volvió a arquear la ceja, y para su regocijo estaba limitada a 600 euros también. Un brillo malévolo comenzaba a apoderarse de la mirada del agente de viajes, cuando mi hermana, arqueó su ceja aún más que él, y añadió. “Nos queda la tarjeta del Corte Inglés”… el pijo sintió desfallecer en ese duelo oculto que subyacía en la compra… y mi hermana abrió su bolso nuevamente, para constatar apesadumbrada que la había olvidado en casa. Los ojos del pijo volvieron a brillar, conocedor de su triunfo. Y finalizó diciendo… “otra opción es pagarlo al contado, pero ningún cajero permite sacar más de 600 euros” y arqueando nuevamente la ceja, nos hizo un guiño triunfante.
Nos dijo que El Corte Inglés estaba abierto hasta las 22 horas y que podíamos volver, que él dejaría allí una nota a su compañero diciendo que la reserva estaba en espera de compra… pero todo lo hablaba con gesto malvado, y no nos resultó fiable.
A la salida discutimos sobre el hecho de volver a casa, descansar, y volver con la tarjeta del Corte Inglés antes de las 22 horas, coincidimos en la idea de que el tipo no parecía fiable… y finalmente los pasos sin dirección concreta nos llevaron frente a un cajero automático. Cada una sacó sus tarjetas… yo una, mi hermana dos, y sacamos dinero de las tres, pudiendo así saltarnos el límite de dinero establecido. Lo guardamos apresuradamente en los bolsos, y nos volvimos a meter en el Corte Inglés, para contarlo y ordenar los billetes… nos metimos en los servicios, las dos juntas en uno… Y empezamos:
“Ahí van cien, doscientos, trescientos, cuatrocientos…”
Al salir, una señora esperaba para entrar, nos observó en silencio, y supongo que muerta de curiosidad por saber que hacían dos chicas jóvenes, juntas en el interior de un servicio público, contando algo que parecía dinero…
Nos plantamos delante del pijo y dijimos: “Asunto arreglado”.
El tipo nos miró sorprendido, y balbuceó unas palabras: “Habeis ido a por la tarjeta”
A lo que respondimos: “No, pagamos al contado”
Se quedó completamente helado. “Pero ¿¡Como habeis podido sacar tanto dinero de un cajero!?
Mi hermana arqueó su ceja (yo no se hacerlo, lástima), y dijo. “Tenemos tres tarjetas”
Tuvo que contar por lo menos cinco veces, de los nervios que le entraron. Le habíamos dado el dinero justo, no había posibilidad de error. Su rostro pulcro comenzó a llenarse de gotitas de sudor… y finalmente con nuestro recibo de información del vuelo… marchamos felizmente a comer.
Tal fue el subidón, que me zampé yo solita una pizza de las grandes que había pedido por error, mientras recordábamos la anécdota muertas de risa.
Nos imaginamos como hubiera sido la misma escena si hubiéramos aparecido con el dinero en un maletín negro, y exclamado a su pregunta...¡Poca Miseria! dando un golpe en la mesa al estilo mafioso.
Esta es la primera de las anécdotas de lo que será mi anecdotario del Viaje a La Habana.
¡Salud, República, Viva la Revolución Cubana!
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