martes, 14 de septiembre de 2010

La Habana desde el Morro.

Nuestro segundo día llegó tras una tranquila noche, en la que paseamos por los alrededores para tomar contacto nocturno con nuestro recién adoptado barrio, El Vedado.

Poco a poco empezamos a acostumbrarnos a la oscuridad, o mejor dicho, a la claridad de la luna.


Las parejas caminan a lo largo de la Rampa hasta el Malecón, y en la lejanía suenan ecos musicales. La juventud se concentra en un tipo de chiringuitos, situados a los largo del Malecón. No acerté a preguntar si era por un motivo especial o es algo habitual. Los chiringuitos llegaban hasta la Tribuna Anti Imperialista, y en ellos se sirve comida y bebida.


Al llegar la mañana nos decidimos a hacer un plan de visitas. Aún desconocíamos el hecho de que planear algo en La Habana se hace bastante difícil, debido al carácter espontáneo y anárquico de sus habitantes, lo que seguro es extensible a toda la isla.

Nuestro plan consistía en ir a la Universidad y luego a la Plaza de la Revolución. Estudiamos con atención el mapa del vestíbulo del Hotel, más acertado que el que teníamos.

Caminamos calle abajo, a lo largo de la Calle O, en dirección a la Universidad, donde nos encontramos con un hombre que se ofreció a enseñarnos algo nuevo y distinto. De esta manera inauguramos la tradición de desviar nuestro camino, y cambiar los planes, de acuerdo a las indicaciones de los diversos guías cubanos que te salen al paso durante el camino. Nos acompañó hasta el Callejón de Hamel, una calle restaurada por el artista del mismo nombre con elementos reciclados y un resultado muy original y colorido.

Luego caminamos por la calle San Lárazo, donde el abuelo de Aznar tuvo su vivienda mientras dirigía el ultra derechista Diario de La Marina, cerrado tras la Revolución.

Llegamos al Hospital Hermanos Ameijeiras, un enorme edificio donde, de acuerdo a las palabras textuales de nuestro acompañante, Eusebio, le hacían a los cubanos todo tipo de "reparaciones", en referencia a la diversidad de especialidades que trabaja. Es el hospital general.


La Habana tiene un gran número de Hospitales, divididos por especialidades, además de los servicios médicos y clínicas de distrito.

La medicina cubana está muy bien considerada mundialmente, sus profesionales se reparten por el tercer mundo en misiones solidarias. El sistema de salud ofrece servicios sanitarios subsidiados por el Estado a todos los cubanos, los cuales, la mayor parte, son gratuitos (nuestra salud pública se costea mediante los impuestos, por tanto no es gratis). Se practica la medicina preventiva, lo que implica tratar de impedir el desarrollo de las enfermedades, con el objeto de reducir al máximo el coste de los tratamientos curativos.

Esta medicina preventiva va dirigida a crear condiciones alimenticias y vitales óptimas, impedir el desarrollo de la obesidad, sedentarismo o tabaquismo.


En Cuba se han eliminado muchas enfermedades, que son causa principal de mortandad en la mayoría de los paises del tercer mundo, como por ejemplo, entre otras, el sarampión, la rubeola o la meningitis.


Gracias al trabajo realizado en este campo, se ha reducido la mortalidad infantil, hasta el punto de ser el país con la menor tasa de mortalidad infantil en América, superando a EEUU y Canadá. Incluso algunas informaciones apuntan a que es el país con la menor mortandad infantil del mundo.

Esto es insólito, teniendo en cuenta las condiciones en que debe desarrollarse el sistema, y los impedimentos y problemas que enfrentan, debidos a la situación económica derivada del bloqueo económico, de la problemática regional, de la guerra abierta contra su poderoso vecino yanky, y de otras muchas cuestiones, que continuamente analizan, y tratan de solucionar.

A pesar de la campaña feroz que han hecho los contrarevolucionarios cubanos, y los medios de des información masiva, para atacar al sistema de salud cubano, la mayoría de los cubanos están orgullosos de sus médicos y de su sistema sanitario. Y no encontrarás a nadie que lo menosprecie, por más que esté en desacuerdo con otros aspectos del sistema político y social.

Tras la visita hospitalaria, nos dirigimos a la Plaza de la Revolución, inmensa, donde se festeja el 1º de Mayo, y donde se hacen los actos festivos relativos a la Revolución.

En su centro se alza el Memorial a José Martí, en cuya cúspide hay un mirador. José Martí, el Apostol de la Patria Cubana, está presente en cada rincón de la ciudad. En esta plaza se encuentra el Ministerio del Interior, que tiene un enorme mural con la famosa imagen del Che Guevara, que tomara Korda, y la frase que el Comandante de los pobres hiciera histórica: "Hasta la victoria siempre", el Ministerio de Informática y Comunicación, donde se alza la hermosa imagen de Camilo Cienfuegos, el otro heroico comandante y gran amigo del Che, con su frase dirigida a Fidel: ¡Vas bien Fidel! Ambos son iluminados durante la noche.

La Biblioteca Nacional José Martí se encuentra a un lado de la plaza, es enorme, y contiene una importante colección de fondos bibliográficos, documentales y audiovisuales. El sistema nacional de bibliotecas rige un total de 411 bibliotecas en toda la isla.

El calor apremiaba, y nos despedimos de nuestro guía, para marcharnos en taxi al Morro. La fortaleza Española flanquea la ciudad, y puede considerarse un símbolo de resistencia histórico. El emplazamiento es idílico, y entrar en el conjunto cuesta un CUC, si no vas a visitar las instalaciones por dentro. Se compone de el Complejo de la Cabaña, de uso militar, y el Morro.

Nuestro interés en La Cabaña era dado por la visita al despacho de Ernesto Che Guevara, recién entrado en la Habana, tras la victoria. Contiene una pequeña exposición de objetos personales, y su despacho, con una foto en la pared del Comandante. Luego hay varias salas expositoras de temática militar, y una cafetería.

La imagen siempre joven, siempre hermosa, siempre profunda del Comandante se encuentra, igual que Martí, en toda la ciudad, y en toda la isla.

El Morro contiene una exposición que recrea la historia de la fortaleza española, por tanto, aquí se encierra, también, parte de nuestra historia.

La guía era una licenciada en Educación, que antes que guía había sido maestra, dejando este empleo por el que tiene actualmente, porque es en el sector turístico donde tiene posibilidad de acceder a la divisa (el CUC). Durante la visita se interesó por la imagen que teníamos de Cuba y de los cubanos, y qué pensábamos de lo que estábamos viendo. Era una chica muy preparada, y culta, que sin embargo no parecía valorar muchas cosas que su país le ha dado, y que no habría obtenido si hubiera nacido en cualquier otro país vecino, en peores condiciones que el suyo. Estaba muy preocupada por la situación económica que les hace depender de la divisa. Un hombre cordobés, que formaba parte del pequeño grupo, y con un fuerte sentimiento anti comunista, contribuyó a aumentar su pesar, cuando insinuó, mostrando un absoluto desconocimiento del pueblo cubano, y sobre todo, del contexto político y económico que rodea a la divisa, y a la dependencia económica de unos paises con otros, que la resistencia y la lucha diaria del pueblo cubano por su emancipación es indigna. La joven se refirió a la indignidad en la que, según ella, se ven algunas chicas que se venden a los turistas a cambio de divisa.
El cordobés acababa de aprovechar su condición de turista, poseedor de divisa, para quedar con una chica de, a penas, veinte y pocos años (el tenía unos cuantos más), por lo que no tuvo más remedio que justificarse diciendo que eso no era indigno. O mejor dicho, que no se refería a ese tipo de dignidad (claro, la que él no tenía).

Debo admitir que sentí un enorme pesar, pues consciente de que el turismo se ha convertido en una perversión para este país, también tengo que reconocer, que es la única forma que tienen de introducir divisa, para soportar el bloqueo económico.


Desde el Morro observamos La Habana, como una estampa digan de recordar, mientras la brisa del mar Caribe soplaba en nuestro rostro.