viernes, 10 de septiembre de 2010

La sociedad y su paisaje (II)

Ahora entro en materia y explico la razón del título. En geografía se estudia el modo en que cada sociedad se refleja en su paisaje (La imagen de la ciudad). Y esto es una realidad aplastante cuando los modos sociales difieren tanto como lo hacen el capitalista y el socialista.

La diferencia de los paisajes urbanos explica la concepción que uno mismo tiene de las cosas que ve, de acuerdo al modo en que alcance a analizar los signos sociales en la urbe.

Lo primero que llama la atención al llegar allí es la oscuridad en las calles. Las zonas iluminadas lo están de un modo muy racionalizado, lo que se traduce en poca luz. Al principio te cuesta trabajo adivinar el rostro de la gente, pero al pasar un par de días te acostumbras a ver en ese nivel de luz, y caminas con la misma tranquilidad que lo hacen los cubanos, y sintiéndote segura de no estar en peligro, debido a la enorme seguridad que hay, de la que adolecemos en otros lugares del mundo.

Hablo de la luz nocturna porque era de noche cuando llegamos al Vedado. Vedado significa "prohibido", y he escuchado dos versiones sobre el origen, de modo que los que sepan más que yo, no duden en aclarar. Una de ellas habla de que ésta era una zona que constituía la parcela de un conde (el Conde de Pozos Dulces), y que estaba "vedada" al resto. Y la otra se decanta por la prohibición de talar sus árboles.

El barrio pertenece al municipio Plaza de la Revolución. El Hotel en que nos hospedamos es modesto, aunque tuvo que tener mucha solera en algún tiempo pasado. Un mural recuerda a algunos de sus huéspedes ilustres entre los que destacan a Ramón Castro, Salvador Allende o Camilo Cienfuegos. La habitación cuesta entre 50 y 30 CUC la noche, dependiendo de la temporada. Muy limpia.

Delante del hotel se despliega La Rampa, gran avenida, llena de vida, y justo frente a su puerta se alzan bloques de viviendas familiares, de corte obrero, de color rosa y blanco. La tónica general externa de las fachadas habaneras es la falta de pintura, ya que la pintura es un producto caro para ellos. Los materiales para la reconstrucción y reparación de edificios son, en general, caros para adquirirlos allí. Sin embargo hay diferencias por pisos o viviendas, así hay algunos pintados y perfectamente cuidados, y otros más descuidados.

La calle O es una calle estrecha, y ruidosa. El paisaje urbano se define por la austeridad comercial, y el derroche humano. Tal vez sea esta austeridad comercial lo que lleva a muchos turistas a pensar de modo falso que el cubano es "un muerto de hambre", porque hay una falta evidente de escaparates voluptuosos y luminosos comerciales que te invitan al consumo.

Las vallas anunciantes se usan para dar mensajes al pueblo, o para recordar frases históricas de lucha y resistencia. Donde aquí te ponen "Yo no soy tonto", allí encuentras "Todo por la Revolución" "Patria o Muerte o "Hasta la victoria siempre".

Este hecho ha llevado a algunos a pensar que se abusa de la propaganda política. En este aspecto hay gustos para todos, pero entre "Yo no soy tonto" (para venderte productos electrónicos que resultan estar en mal estado en algún caso que otro) y "Patria o Muerte" que refleja de modo fiel la realidad en la que vive el pueblo cubano que se enfrenta con gran dignidad a las agresiones del Sherif mundial, me quedo con lo segundo.

En el paisaje destaca la tranquilidad y sosiego del cubano, que jamás pierde los nervios, por nada del mundo, y la musicalidad de su entonación.

Hay mucha gente en la calle, y muchos niños, que en ningún caso tienen aspecto desnutrido o de estar mal alimentados.

El cubano es un gran hablador, y es habitual encontrar corros de personas conversando sobre sus problemas diarios, o gente sentada, simplemente al quicio de la puerta, o en la terraza. Punto de encuentro de jóvenes habaneros es el Malecón, donde se concentran todas estas prácticas descritas, pero esto lo contaré en otra entrega.

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