Primera mañana en La Habana. El jet lag trastocó mi sueño y a las 5 de la mañana andaba ya despierta, deseosa de que saliera el sol.
Las horas de sol son distintas en España y Cuba. Allí suele amanecer, más o menos, a la misma hora, pero tuve la sensación de que anochece antes, de tal modo que a las 21 horas hay una oscuridad similar a la de las 22 o 23 horas nuestras.
Solo habíamos contratado desayuno en el hotel. El buffet era sencillo; fruta, queso (en lonchas), jamón cocido, pan, bizcocho, mantequilla, zumos, café, y nuestro plato preferido, una tortilla cocinada sobre plancha.
Juana, la señora encargada de hacer las tortillas, nos preguntó si éramos jimaguas, que significa mellizas. A partir de este momento fue la pregunta del millón.
A la puerta del hotel siempre había taxis estacionados y taxistas haciendo corrillo. Nada más vernos nos preguntaban:
- ¿Taxi?
- No, gracias.
- ¿Y taxista?
Y nos reíamos todos.
Nuestro primer paseo tuvo una pequeña parada en el Hotel Saint Jonhn's, donde una empleada de la oficina de turismo nos dió unos consejos, mientras le pedíamos un plano de La Habana, que difería bastante de la realidad. Intentó convencernos de que contratásemos un tour por la ciudad, pero queríamos ir por libre.
Caminamos a lo largo de la Avenida 23, prolongación de la Rampa, para llegar al Malecón. El sol calentaba desde temprano, con una sensación térmica muy superior a la de Sevilla, a pesar de que tienen menos temperatura en grados. La cara empezó a empaparse en sudor, y observamos que los cubanos suelen llevar una toalla para limpiarse el sudor de la cara. Tuve que hacerme un moño para resistir, hasta acostumbrarme a esa sensación sudorípera.
Buscábamos, en vano, un paso de peatones, hasta que un simpático vía andante nos comentó que ellos sacaban pecho a los coches, sin más... ¡vamos, que se lanzan al asfalto!
Pasamos al otro lado, y nos sentamos frente al monumento dedicado a Antonio Maceo, líder independentista cubano.
La mayoría de los Cubanos consideran la Revolución como un proceso largo, iniciado con José Martí, del cual la Revolución de 1959 es una etapa de asentamiento, pero no la culminación, pues la Revolución, para ellos, sigue en marcha. Cada decisión que toman lo consideran un paso adelante, para afianzar la revolución.
Sentadas en el Malecón observamos a los pescadores, y los edificios, tantas veces filmados cuando se hacen esos reportajes sobre el mal estado del Malecón, con el objeto de desprestigiar al gobierno cubano.
El malecón está siendo restaurado con la ayuda de extranjeros, parece ser que España participa. Están las obras de restauración bastante adelantadas, en relación a los vídeos e imágenes que la gente pone en youtube o a los reportajes televisivos.
Pasamos de nuevo al otro lado de la calle, tras filmar, como hacen todos, el Malecón. En esto no fuimos originales (en casi nada).
Una pareja de policías nos sacó conversación.
Allí el piropo está a la orden del día... a veces en voz alta, y a veces, tan bajo que no alcanzas a saber que te han dicho, tan solo resuena un eco "linda". O te lanzan un beso aéreo, pescadores, viandantes, conductores de carruaje, policías... no importa el atuendo que les vista.
Son muy ocurrentes... "¿Vas a presentarte al concurso de belleza?"
Las mujeres cubanas miran a sus hombres con condescendencia y nos lazan un gesto empático, como si nos quisieran decir: "La que os queda" o "¡Qué pesados son!"
Por una boca calle llegamos a la Calle Neptuno. Como decimos por aquí, "petada", es decir, llena de gente. Hay muchos puestos de comida rápida, y ellos comen mucho en la calle, así como, puestos de venta de pan y otros productos al público con peso cubano.
También puestos de helado, que les gusta mucho, aunque siempre rememoran una época pasada en la que eran de más calidad, en los años setenta u ochenta, cuando podían mantener relaciones comerciales con la Europa del Este Socialista y la URSS. Hablan de estos años como de los mejores vividos allí, cuando no les faltaba nada.
Nos llamó la atención un pan amarillo que nunca habíamos visto, es pan de huevo. Y otro elemento a destacar son los "escaparates cubanos". Los establecimientos muestran los productos que se pueden adquirir de un modo muy distinto, ya que no existe el reclamo comercial. De modo austero se colocan en fila india, con el precio debajo, sin el más mínimo detalle ornamental que invite al consumo. Solo se coloca una muestra de cada uno de ellos. El resto está guardado. Dan apariencia de escasez crónica, pero si te cuelas en alguno, puedes comprobar que, aunque no en la medida excesiva de nuestros supermercados, tienen productos que pueden comprar para completar la cesta alimenticia y la cartilla de reparto (que no de racionamiento). Algunos productos se pagan en peso y otros en divisa. El asunto de la doble moneda lo trataré más tarde, pues en la actualidad está en debate en la isla.
A cierta altura de Neptuno nos topamos con el primero de los pillos o busca vidas. Es algo que caracteriza al centro histórico de todas las ciudades turísticas, sobre todo, en aquellas donde la picaresca es una característica inherente al hombre. Esto me recordó a mi propia ciudad, con las gitanas lectoras del destino en la mano. Aquí el asunto adquiere un matiz distinto debido a la doble moneda y la diferencia de la divisa.
La tónica general allí es que el pillo se te ofrezca como guía voluntario. Es la primera prueba a superar como novato, y tienes que andarte listo para no sucumbir a sus encantos, si quieres que te llegue el presupuesto hasta el final. Aunque ya sabemos que no todos los presupuestos son iguales, y nosotras pertenecíamos al grupo "del turista mil eurista": De vacaciones en Cuba pero con mi sueldo en España "me como los mocos".
La cosa es que algún que otro mil eurista se olvida de su condición económica real allí, a causa de la diferencia del valor de la moneda. Pero de esto ya hablaré más tarde, como dije.
En nuestro paseo por la Habana Centro y la Habana Vieja encontramos gente muy dispar entre los "busca vidas", que van desde guías voluntarios hasta un jinetero solidario. Un hombre de muy avanzada edad que portaba un cartel de cartón, como si pidiera de comer o dinero. Nos acercamos para leerlo, y para nuestra sorpresa el cartel decía: SEXO GRATIS. Acompañaba al anuncio la lista de servicios sexuales gratuitos, y su reclamo era:
"OTROS CUBANOS COBRARÍAN POR ESTO"
Fue la anécdota graciosa de la mañana. No parábamos de reir.
No son mayoría en la ciudad, y de hecho, solo se concentran en esta parte, la parte turística. Donde saben que conseguirán divisa haciendo gracias al turista, y sugiriendo, alguno de ellos, que este es su único sustento, algo que no es exactamente así.
Atravesamos la Calle Muralla, con partes en muy mal estado, y a medida que te acercas a la Plaza Vieja mejora, por la restauración. En esta calle destacamos otro simpático cartel, esta vez en un taller de reparación. Decía: NO SE HACEN TRABAJOS DOMÉSTICOS, EVITEN LAS MOLESTIAS.
A la entrada de la plaza hay un centro de atención a ancianos. Los ancianos y los niños se consideran una prioridad para los servicios sociales.
Yo vestía una camiseta con una frase en inglés: I LOVE YOU
Y a mi paso, los grupos de hombres sentados en los soportales, me decían en tono burlón y gracioso: "We love you darling". O "Where do yo come from?"
La Plaza Vieja es preciosa, colorida y alegre. Nos tomamos en una cafetería un jugo de melón, que es sandía para ellos.
Un grupo de teatro hace un espectáculo carnavalesco con música y baile, subidos en unos zancos. En esta plaza encontramos un establecimiento de ADIDAS, y otro de Benneton, a punto de abrirse. El problema es que el acceso a sus productos se hace en divisa, y para los cubanos es muy caro, aunque a veces hacen algún esfuerzo, ahorran, y se dan un gusto.
No crean que el cubano va mal vestido, pues son muy mirados con el atuendo, y curiosamente, encuentras zapatos, ropa, y complementos en ellos similares a los nuestros. Observándolos con atención te sorprenderá el hecho de que calcen las mismas sandalias que se venden en España, las cuales adquieren en los mercadillos callejeros. Es cierto que no pueden darse el lujo de invertir tanto en ropa y calzado, pero no están mal provistos, en términos generales. O al menos, del modo que alguna gente cree por aquí.
Hay un centro de arte, donde se exponen pinturas y los autores de estas las venden al turista. Pero lo que más nos gustó de la plaza es la Escuela Primaria Ángela Landa, donde llegamos accidentamente a causa de la rotura de la sandalia de Rosa, que reparó el administrador del colegio, Arturo.
Mientras esperábamos, nos hablaron del inicio del curso, y de cómo en Cuba es una fiesta ese evento. La Plaza se llena de niños, ya que el recreo se desarrolla en ella, y las clases de gimnasia también. Tenían problemas con la provisión de bolígrafos, ya que esto es un bien que escasea en la isla, y nos ofrecimos a comprar en alguna tienda para donarlos, a lo que contestaron sonriendo:
-Es difícil encontrar bolígrafos aquí, ese es el problema, tal vez vendan en una librería en la calle Mercader.
Días más tarde volveríamos al colegio para despedirnos de ellos.
Lo que caracteriza a todos los empleados de la educación es la humildad extrema, el salario del profesor cubano gira en torno a los 400 pesos mensuales. La educación es gratuita desde la primaria hasta la Universidad, y a diferencia de aquí, no suelen carecer de empleos en este sector, solo que muchos de ellos deciden dejar este empleo para trabajar en el sector turístico, ya que es aquí donde abunda la divisa, y por tanto pueden acceder a ella.
Esta situación está impactando negativamente en muchos sectores, y buscar la solución se ha convertido en tarea principal para el gobierno cubano.
Al finalizar la mañana, estábamos extasiadas, la vuelta la hicimos en un coche de caballos, al que subimos tras ser "literalmente" cazadas por un caza turistas, algo que nos sirvió para tomar bellas imágenes del malecón, aunque la aventura nos costó 25 CUC.
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