domingo, 7 de noviembre de 2010

Las Playas del Este. El malecón de noche.

El  fin de semana lo planeamos con sabor a playa. El sábado por la mañana nos dirigimos a las Playas del Este.
Quedamos, de nuevo, con la pareja valenciana, Silvia y Txua. Fuimos en taxi hasta el Parque Central, donde hay una parada de autobuses que conducen a las Playas del Este. Las playas del Este están, más o menos a 30 km de La Habana, y son zonas de residencia estival. Están en el siguiente orden: Bucaranao, Megano, Santa María del Mar, Boca Ciega, Guanabo, Jibacoa y Tropico.
Nos quedamos en la última. El lugar resulta paradisiaco, aunque el entorno está urbanizado. Hay una bajada a la playa con un aparcamiento o "parqueo", así le llaman ellos, donde los cubanos pagan en pesos cubanos y los turistas en divisa.
Observamos los edificios, bloques de pisos, similares a los existentes en la ciudad, solo que más bajos, y con  estilo playero. Son áreas residenciales con aspecto de ciudad jardín. Fotografiamos un autobús cedido por los Pastores de la Paz de EEUU, estaba adornado con pintadas anti bloqueo y de apoyo a la revolución, era un autobús escolar típico americano.

Bajamos por el sendero donde se encontraba el parqueo. Había un chiringuito del que salían dos jóvenes con comida envasada en cajas de cartón, para venderla en la playa.
A la entrada había un sitio de alquiler de sombrillas y tumbonas; a 1 cuc la sombrilla y 3 cuc la tumbona, por el tiempo que estuvieras.

Cogimos 2 sombrillas y 4 tumbonas. Nos dimos nuestro segundo baño caribeño, esta vez en aguas más apetecibles que la vez anterior. La blanca y finísima arena se incrustaba en los poros, quedando tatuada en la piel. El agua es azul marino, cerca de la orilla, y se ve una línea celeste en el horizonte, para luego continuar azul marino, y cristalina. Nos metimos sin dudarlo, sabiendo ya que su temperatura es cálida, y no te va a dar un calambre al entrar, como suele ocurrir en las playas onubenses, o en algunas gaditanas.

Luego nos dispusimos a tomar asiento en la tumbona, protegidos por la sombrilla, ya que la perpendicularidad de los rayos solares sobre la capa atmosférica, eso que hace que el trópico tenga ese clima y esa amplitud térmica, se advierte de un modo sistemático sobre nuestras europeos cuerpos, aunque vengamos del Mediterráneo. La absorción de calor es mucho más amplia que en España, y el calor a palo seco, más inaguantable. Vamos, que no se aguanta mucho "de cara al sol" en el Caribe, será por eso que hay pocos fascistas.

Personalmente continué mi estudio particular sobre el estilo de vida cubano, basado en la observación. Se ve que en Cuba, como en España, y como supongo en medio mundo, se lleva también el estilo dominguero, o playero de fin de semana. Las familias cubanas alquilaban las sombrillas (no pude saber si al mismo precio o en peso cubano, pero las mismas que nosotros). El dato que más salta a la vista es que están casi todo el rato comiendo: Fruta (mamoncillos y uvas), carne de cerdo y pollo (en porciones que compraban en los envases de cartón) o pescado.

La fruta es vendida por vendedores ambulantes y la comida sale de los chiringuitos.

Como venía siendo constumbre un hombre se presentó, mejor dicho, se incorporó a nuestra conversación. Estaba en la playa con su hija, su atuendo recordaba al de un pijo español (gorrita y camiseta estilo polo) Todo lo que llevaba puesto eran regalos de su hermano, que vive en Mallorca, con una mujer española. Estaba resentido por haber tenido, según él, peor suerte que su hermano, del que habló de modo desconsiderado. Acusaba a todos, a su hermano, su cuñada española, Fidel Castro, Raul Castro, de su gran desdicha. Los primeros por no darle asilo en su casa en España, y no enivarle remesas. Los segundos por establecer un sistema comunista en la isla que les tenía "así de mal".
Mientras decía esto, observé en su sombrilla que no le faltaba un perejil. Luego comentó que él no necesitaba trabajar para vivir, y que su hija era una chica muy inteligente y bien preparada. Que los jóvenes cubanos eran cultos e inteligentes. Qué el gran problema de Cuba era que la gran mayoría de los cubanos son fidelistas, y por tanto, así no podían cambiar las cosas. Se lamentaba de que su madre no quería irse de Cuba, y él estaba condenado a cuidarla de por vida. Al referirse a Fidel hizo un gesto con la mano, tocándose la barba. Luego se volvió a la sombrilla, compró comida y se sentó a comer.

A las 15.00 el calor era insoportable, y los rayos de sol parecían alfileres clavándose sin piedad en mis piernas. No podíamos resistir más y decidimos volver a la Habana.

Durante la noche, tras cenar, nos fuimos al Malecón, donde se celebraba un Festival de Salsa, en la Tribuna Anti Imperialista.
Estaba lleno de gente joven, y más que salsa, lo que sonó fue reaggeton, que hace furor también en la isla. Durante la noche, el Malecón está iluminado hasta cierta hora, muy poco iluminado, no obstante. Casi todo el recorrido que da a la zona habitada está vigilado por policías, que se colocan de dos en dos.
La seguridad en Cuba se realiza de modo preventivo. Hay una vigilancia abundante en todas las calles.
Rafael Migueles nos comentó que la misión de esta policía es proteger a la gente de posibles delincuentes, y que este sistema de seguridad fue desarrollado a petición de la mayoría. Si observan alguna persona en actitud extraña, o si alguien les requiere, o si ven a alguna persona con aspecto delincuente que no es habitual de la zona, le toman los datos, y le informan de que está siendo vigilado.

El Malecón es punto de encuentro de parejas y grupos de amigos. A simple vista resulta romántica su visión, alumbrado, ya, tan solo, por la luz de la luna.

1 comentario:

  1. Interesante y curioso es este blog. Lo visitaré a menudo.

    ¡Salud!

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