sábado, 5 de enero de 2013

La Sierra Maestra: Manzanillo y Las Coloradas.

La provincia de Granma debe su nombre al yate que usaron los guerrilleros del Movimiento 26 de Julio para llegar a Cuba procedentes de México.
Fue aquí, concretamente, en la playa de Las Coloradas, en Niquero, donde encayó el barco.
Su capital es Bayamo y se divide en 13 Municipios, entre los que destaca Manzanillo como segunda ciudad más importante.



Es un lugar de gran interés histórico; desde la ejecución en la hoguera del cacique Hatuey en Yara hasta el inicio del alzamiento de los independentistas cubanos bajo el mando de Carlos Manuel de Céspedes (Grito de Yara), y al fin, el desembarco del Granma.
Los habitantes de Granma se enorgullecen de su historia.

El deseo de conocer los escenarios de aquellas gestas históricas unido al atractivo de la majestuosidad de la sierra guió nuestra primera visita.

El viaje desde Bayamo hasta la Sierra Maestra resultó complicado porque las carreteras suelen estar transitadas por coches de caballo y por ciclistas.
Pasamos por algunas localidades cuyos nombres nos eran familiares, entre ellos Yara.
En la rivera de la vía, a la entrada de cada localidad, había patrullas de hombres cortando la maleza que crece a los bordes de la calzada.
Meses antes se había producido un brote de cólera que estaba, ya, controlado. Al parecer, el contagio había llegado a Cuba procedente de Hatí a través de un médico en misión solidaria. Los médicos cubanos han hecho, y siguen haciendo, una labor excepcional en Haití, así como, en otros países pobres, donde acuden a realizar servicios de Misión Internacional. Sin embargo, su labor es arriesgada debido a las condiciones sanitarias de los destinos. Lo normal es que les hagan controles sanitarios antes de que regresen a Cuba. Los brotes se dieron en Oriente fundamentalmente.

Nuestra primera parada la hicimos en Manzanillo que se encuentra a unos 60 kilómetros de Bayamo, más o menos. Es la segunda ciudad más importante de Granma con 132.183 habitantes.
Aparcamos en una bonita plaza donde predomina el color azul. Es el parque Carlos Manuel de Céspedes. Buscamos un sitio donde conseguir algo para comer. Habíamos llegado demasiado temprano y los comercios aún estaba cerrados.




Caminamos a lo largo de una calle que desemboca en la plaza, hasta localizar una Cadeca donde cambiamos dinero. Para hacer cualquier trámite bancario se requiere identificación y domicilio. 
En esta calle había varios establecimientos de alimentación, heladerías y, sobre todo, zapaterías. Al preguntar la razón de que hubiera tantas zapaterías me respondieron que una de las actividades de la localidad era la fabricación de zapatos.
Todos los establecimientos venden en peso cubano, por eso fue necesario hacer el cambio.
Entre Manzanillo y Bayamo hay una tradicional rivalidad similar a la que existe aquí en Andalucía entre Sevilla y Cádiz, o en el País Vasco entre Bilbao y Gipuzcoa.
Esta rivalidad tiene que ver con su historia y se acrecentó tras la Revolución cuando se organizó la nueva división administrativa. Manzanillo y Bayamo reclamaron la capitalidad de Granma, que terminó recayendo en Bayamo. 

Tras el paseo entramos en un establecimiento que parecía una cafetería. Al preguntar si nos servían café una de las trabajadoras nos explicó que en ese establecimiento no había licencia para servir café, que solo podían servir dulces y refrescos o jugos. 
Fue difícil encontrar un lugar para tomar café allí, bien fuera porque era temprano, porque no había luz, porque no había agua, etc... Decidimos quedarnos en aquel establecimiento y tomarnos una pasta con  zumo de mango.
Las actividades económicas están sujetas a licencias que especifican cada detalle, si los establecimientos venden café, pan, dulces, etc... No pueden vender algo que no se detalle en la licencia.

Seguimos carretera adentro entre los inmensos macizos de la sierra. Ascendíamos en movimientos circulares por una carretera estrecha y complicada. Es necesario ir con calma y conocer bien el terreno. 

Anduvimos buscando una playa, la de Las Coloradas. El plan era darnos un chapuzón, o varios chapuzones, almorzar e ir a visitar la zona del desembarco.

Nos adentramos en Pilón, de donde era lugareña Celia Sánchez.
Tras dar varias vueltas con el coche, perdidos, divisamos una playa completamente vacía, flanqueada por altas montañas de vegetación frondosa. Junto a la playa había un hotel. Era Marea del Portillo.

El agua era de color azul verdoso, y la arena fina y oscura, parecía de origen volcánico. Nos despojamos de la ropa dispuestos a darnos un baño. La temperatura cálida, la claridad del agua y su quietud son las características fundamentales de las playas cubanas.

Desde aquel privilegiado paraje contemplé la sierra llegando a la conclusión de que la naturaleza fue también un importante aliado en la gesta revolucionaria. La masa verde tupida hace imposible la visión desde la lejanía. No es de extrañar que los guerrilleros pudieran sortear las avionetas del ejército que sobre volaban la zona en su búsqueda.


La siguiente parada fue en un restaurante cerca de allí, en plena Sierra Maestra.

El restaurante está administrado por el Estado y todos los productos que se sirven se pagan con peso cubano; se puede adquirir alguna cerveza Cristal o Bucanero en CUC.
En ese lugar también hay unos bungalows que se alquilan solamente a ciudadanos cubanos. Intentamos convencer a su administrador de que nos dejase quedarnos allí una noche aunque hubiese en el grupo tres españoles. El hombre sonrió, fue a hacer unas gestiones, y cuando volvió nos dijo que estaba completo el hospedaje.
El menú fue  sopa de pescado y marisco, y un pescado a la plancha. Es normal encontrar sopa en el menú de casi todos los restaurantes; sopas de pescado, de verdura, de camarones, etc...
Bebimos una cerveza que se produce por allí; Mayabe.

La siguiente visita era Las Coloradas. Se hacía tarde y no calculamos que estábamos a una distancia considerable. Seguimos ascendiendo.

Las Coloradas se encuentra situada en Niquero. Es una zona rural, como todo su entorno. Sus habitantes se dedican a la cría de ganado y a la agricultura. En el camino nos encontramos con varios vendedores de queso y otros productos.

La zona de desembarco ha sido convertida en parque, y en ella hay un pequeño museo dedicado al desembarco. Los lugares más importantes de la visita son; una reproducción del Granma, pues el original está en el Museo de La Revolución en La Habana, la casita de un guajiro que socorrió a los expedicionarios, y el lugar del desembarco. Para acceder allí han construido un camino de piedra, pues la zona es de marisma. Las hierbas acuáticas que crecen son largas y finas, sus bordes cortan como cuchillos. A veces se entrecruzan en el camino.



Tras media hora de camino a pie llegas al extremo final, donde se produjo el desembarco.

A la vuelta nos encontramos con un grupo de guajiros con los que tuvimos una entretenida conversación mientras compartíamos limonada para refrescarnos.





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