viernes, 12 de octubre de 2012

El incendio: Almuerzo pasado por agua.

Nuestro primer día transcurrió en los trámites del alquiler del coche, para lo cual fuimos al Hotel Nacional, en compañía de Rafael. Habían pasado dos años, en los que no perdimos el contacto. Se veía más delgado, y con el pelo raso. Ultimamente se emplea a fondo en labores "guajiras".

Tras los abrazos, besos y presentaciones, pues nos acompañaba, en la primera etapa, un amigo español, caminamos; primero en dirección al hotel, luego a tomar unas cervezas, y finalmente a almorzar.

El almuerzo lo hicimos en un bar-restaurante situado en el paseo de La Rampa, viejo conocido nuestro de la vez anterior. Aderezados por música hablamos de política cubana y española, del proceso electoral en Cuba, de la crisis en el mundo capitalista, de los cambios en la economía cubana. A la charla acompañaban fotos y risas.

El efecto del vuelo aún se dejaba notar en nuestro organismo. Habíamos pasado, nada menos, que 25 horas despiertos. Los rostros contenían cansancio y emoción.

De repente, comenzó a oler a chamusquina. Pensábamos que habría salido ardiendo alguna sartén en la cocina. No nos importó, teníamos hambre y la camarera acababa de traer los platos. Nos quedamos allí esperando el desenlace.

Sin embargo, la calle no dejaba de llenarse de gente, y apareció un camión de bomberos, la policía la prensa, los curiosos. Los bomberos se prepararon para entrar en la pieza que ardía, una vivienda situada dos plantas más arriba, en el mismo edificio en cuyo soportal estaba el restaurante. Los curiosos ejercieron de testigos oculares, una persona vivía en esa pieza y no había salido durante la mañana. Comenzó a caer agua por cada flanco del edificio debido a las labores de extinción.

Finalmente, los bomberos encontraron a la víctima, que se había escondido en una habitación, por miedo a las llamas, quedando encerrado en esa trampa de fuego. Era tarde, o eso comentaban algunos cronistas callejeros. Al parecer había desfallecido por efecto del humo, y estaba quemado. De inmediato se lo llevó una ambulancia, mientras la policía entrevistaba a algunos vecinos y voluntarios que decían saber sobre la víctima. El equipo de expertos ya se había personado para poder investigar el origen de incendio.

En pocas horas se pudo conocer que fue un descuido de la víctima. Hasta entonces, los "metiches", inventores y curiosos generaron historias de todo tipo sobre el triste final de la víctima... algo muy nuestro, muy latino, muy hispano... que si era un homosexual, que si había sido por mal de amores, que si estaba enamorado y lo habían dejado... ¡toda una telenovela!
Seguramente esas historias callejeras han superado a la historia real.

Entre sirenas de ambulancia, bomberos y policía se escuchaba la voz de algún vendedor, de alguna señora que nos preguntaba por los abanicos, de algún hombre que decía ser de nacionalidad española siendo más cubano que el café...

Poco después, cuando todo volvió a la normalidad, a excepción de la rumorología que continuaría por días, caminamos hacia San Lázaro en busca de nuestra ducha inteligente, a la que dedicaré una entrada.







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