Habíamos prometido a Sara volver a visitarla antes de irnos. Así que hablamos con Rafael para preparar una cena, o una comida, como ellos llaman a la cena.
Debo decir que esto se produjo un día antes del encuentro con Fidel.
Deben disculpar la laguna, pero los últimos días fueron tan intensos que me resultaba difícil anotar todo lo que hacíamos. Durante la mañana hicimos algunas compras, visitamos una feria agropecuaria semanal donde almorzamos moros y cristianos, pagando con moneda cubana.
El mercado era como ya he descrito en otras entregas. Solo que además de los puestos de venta (estatales y cooperativos) de productos alimenticios había unos espacios habilitados para servir comida, como una especie de chiringuitos.
El sol brillaba y quemaba, cuando una nube cargada de agua se colocó justo encima y descargó ferozmente su agua contenida, hasta casi inundar las arenosas calles del recinto donde la Feria estaba habilitada.
Tras el chaparrón volvió a brillar el sol para secarnos.
Camino al hotel dejamos a Rafael en dirección a su casa, y nosotras nos paramos en un restaurante con terraza que hay junto al Hotel Vedado. Entramos animadas por el hilo musical en directo, algo que hay en casi todos los bares. Cantaban canciones de Silvio Rodríguez.
Cerca nuestra había una acalorada conversación entre dos hombres españoles y un camarero cubano. Ellos llevaban camisetas con las banderas republicanas al dorso. Era una buena excusa para presentarnos.
Se trataba de un aragonés y un catalán. Estaban en Cuba de misión voluntaria, habían estado en varios puntos de la isla, y llevaban tres meses. Intentaban alargar el voluntariado pero habían surgido algunos problemas burocráticos, ya que casi todo está centralizado en La Habana, y ellos se encontraban en Oriente, o en Palestina, como dirían en Cuba (1)
Estaban algo disgustados con la problemática surgida, pues eran gente defensora a ultranza de la Revolución, y no comprendían que hubiera tantos problemas de burocracia cuando solo pretendían estar más tiempo para ayudar.
Estuvimos hablando del tema burocrático un rato, y al mismo tiempo, de nuestras diversas experiencias. Luego nos despedimos.
A las cinco de la tarde Rafael vino a buscarnos, para marchar a casa de Mami. Primero pasaríamos por uno de esos supermercados que mencioné antes en alguna entrega para comprar dulces para llevar a Mami.
Ellos no querían ser agasajados con "productos de divisa", por ello acordamos comprar en un establecimiento cubano propiamente dicho. Compramos unas galletas y un pastel típico de allí.
Por el camino nos volvimos a encontrar con uno de los cooperantes españoles, y se lo presentamos a Rafael. Charlaron animadamente sobre la Revolución y Fidel Castro.
Finalmente volvió a salir el tema de los trámites que dificultaban al cooperante su permanencia, y Rafael apuntó que dentro de la Revolución también se cometen errores y fallos, pero que debían protestar para que fuesen corregidos.
Esperamos el omnibus un rato, viendo que tardaba caminamos un poco más. Hicimos largo camino a pie, hasta llegar a Nuevo Vedado que es muy grande, y allí si pudimos tomar un bus.
Finalmente llegamos a casa de Mami que nos recriminó no haberla avisado para preparar algo especial, pero le explicamos que no había nada más especial que estar allí con ella.
Tomamos café, cenamos arroz con polló y de nuevo comenzó a llover. Mami se retiró a ver su telenovela favorita, y nosotros nos quedamos conversando con una vecina que estaba de visita, casada con un italiano vive habitualmente en Italia. Trabaja en una agencia de viajes. Comentamos sobre la crisis económica, y la caída de la economía europea.
Un apagón de luz nos sorprendió, pero daba la casualidad de que mi hermana siempre lleva una linterna en el bolso, que nos sirvió para alumbrarnos. Todos fuimos a la habitación, donde Mami tiene el televisor, y nos sentamos junto a ella.
Fue nuestra despedida de Sara y la familia.
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1. Los cubanos occidentales llaman palestinos a los cubanos orientales.
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