martes, 28 de diciembre de 2010

Camino a Varadero, una reserva de turistas en el paraiso Cubano.

El hospedaje en un hotel tiene sus ventajas, aunque también inconvenientes. Si el viajero busca enriquecerse de la experiencia, y alcanzar la simbiosis con el entorno, integrándose en la forma de vida del lugareño, la magia termina cuando al atravesar las puertas del hotel recuerdas que eres un turista, como cualquier otro.

El turista en Cuba es igual que el turista en cualquier otro país. A su llegada al hotel es agasajado con múltiples ofertas  dirigidas a mostrar la isla al viajero. Hay paquetes para todos los gustos: Cultural, playero, político, rural, aventurero...

Nosotras queríamos estar a nuestro aire, pero todo el mundo nos dijo que había cosas que no debíamos perdernos, como la visita a Varadero y a Pinar del Río.

Después de preguntar por un paquete que incluía Matanzas, Cienfuegos y Santa Clara, ciudad que era nuestro verdadero objetivo. Y tras constatar que el grupo necesario para llevar a cabo dicho viaje no se había formado, decidimos contratar para el lunes una visita a Varadero.

El autobús tenía su primera parada en nuestro hotel, a las seis de la mañana. El viaje dura cuatro horas, más o menos. Varadero pertenece a Matanzas. El viaje por Matanzas resultó hermoso. La ciudad fue fundada en 1693 y está surcada por tres ríos: Yumurí, San Juan y Canímar.
El guía nos contó brevemente la Historia de Cuba, y algunas curiosidades sobre los lugares por donde pasaba en vehículo. Al otro lado de la ventana te asaltaba el verde de los campos llanos, y el azul del mar y los ríos.

El autobús paró en distintos complejos turísticos, según el presupuesto invertido. Nosotras compramos el más económico que te deja en un Centro Comercial, cuyas escaleras te llevan a la playa. Teníamos derecho a un almuerzo y a una toalla que nos dieron en una taquilla para guardar ropa.

Las tumbonas y las sombrillas son propiedad de los Meliá, y no podían usarse. El paisaje era de ensueño. Un inmenso mar azul cruzado por una línea celeste. Arena sedosa y fina, blanca como la planta de los pies. Cálida el agua y templado el suelo. Pero se respiraba tristeza, en contraste con la alegría diaria a la que habíamos asistido desde nuestra llegada. La razón de esa triste atmósfera se debía a que nos habíamos colado en una reserva capitalista dentro del paraiso socialista. La reserva del turista. Allí faltaba lo mejor de Cuba, el pueblo cubano. En su lugar, la playa estaba semi llena de turistas españoles y de otras nacionalidades, degustando los recursos naturales de la isla, pero apartados del pueblo. Matrimonios de "orden", él leyendo El Mundo, con polo blanco y banderita española en la solapa. Disfrutamos un rato de la playa, en compañía de una chica mallorquina. Dimos un paseo y nos fuimos a comer.
El centro comercial era como cualquiera en España, solo que los objetos de souvenir eran motivos cubanos: Cocotaxis de madera, maracas, pelotitas de béisbol... y revolucionarios, el Che Guevara.

Tengo que admitir que sentí dolor profundo por ver la figura del Comandante vendiéndose como los posters de Madonna en el Corte Inglés. Me negué a comprar nada que tuviera que ver con él, considerándolo una falta de respeto. La frase "Comprar al Che" me resulta repulsiva. Jamás he comprado nada con la cara del Comandante, tampoco en España. Ni camiseta, ni gorra, ni banderas. Y tampoco lo hice en Cuba.

El lugar era topográficamente hermoso, pero triste, por que era la prueba más fehaciente de cómo el bloqueo económico daña a la Revolución, obligando a la isla a ceder pequeños rincones paradisiacos a empresas foráneas hosteleras que las explotan, como lo explotan todo en sus paises de origen. Es la única vía que tienen para acceder a la divisa, tan necesaria para afrontar las duras sanciones que el Sherif Yankee les ha impuesto. No se le puede criticar, porque necesitan el turismo como agua de mayo, y los turistas quieren estar así, en complejos de lujo. Los señores que leen El Mundo con polo blanco y solapa de bandera de España no están interesados en conocer el modo de vida de los cubanos, sino que buscan sentirse ricos en un país con grandes dificultades económicas.

Deseando salir de la reserva y volver a Cuba, al pueblo cubano, nos encaminamos hasta el autobús, lanzando una furtiva mirada a una postal del Che, para despedirme del Comandante y decirle en silencio: "Comandante, solo espero que el uso comercial de tu imagen sirva en este caso para redistribuir la riqueza, y que la divisa se quede aquí, pero es detestable"

Por la noche cenamos con la pareja de valencianos, cuya experiencia varadera parecía haber sido mejor que la nuestra.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Un paseo por el mercado. La Regla cubana. Guanabacoa.

La mañana del domingo la aprovechamos visitando un mercado agroalimentario. En la Habana se establecen mercados estatales y cooperativos. Los segundos suelen estar mejor surtidos, pero los precios de los productos son menos económicos.

Los mercados tienen el aspecto de lo que habitualmente solemos llamar en España "Los gitanos" o  "El piojillo". Es decir, mercados ambulantes, con sencillos puestos o establecimientos, fabricados con materiales ligeros, fácilmente montables y desmontables. En ellos se venden productos agrarios típicos de la zona del Caribe. Yuca, guayaba, plátano, mamoncillos, maní, aguacates, papas, boniatos. Son nombres, aspectos y texturas extraños para un Europeo. De vez en cuando una mujer te ofrece una "javita", que es una bolsa de plástico. La bolsa de plástico suele estar muy valorada y se vende por un precio de cincuenta céntimos de peso más o menos. La razón de que se le otorgue tal valor es porque escasea, siendo el plástico un derivado del petróleo.
Llama la atención que sea visto como elemento de avance cuando en algunos países Europeos se tiende a su eliminación, alegando que daña el medio ambiente.
De hecho, en algunos paises centro Europeos las tiendas te venden una o dos bolsas de plástico grandes que la gente aprovecha hasta que se rompen. En España suele usarse el carro de la compra con ruedas.

Muchos extranjeros llenan sus maletas de bolsas de plástico para poder regalarlas en las Isla. Es una práctica ésta que me choca y me desalienta. Llegar allí cargado de javitas, caramelos y demás "chuches" del mundo capitalistas, mostrándoles lo que presuntamente nos sobra. Algunos esperan toparse con un extranjero para llevarse algún extra a casa, otros sonríen y agradecen, y muchos se sienten humillados.

En el mercado venden también productos cárnicos, lácteos y huevos. Rafael, que a estas alturas del relato y de nuestras vidas era y es nuestro primo cubano, nos guiaba animado en su interés particular de que conociésemos la vida diaria de un cubano.

Compró yuca y aguacates, y me hizo probar una tableta de maní con azúcar tostada. Nos explicó que los productos no siempre se encuentran con facilidad. A veces no hay papas, a veces no hay huevos. Cuando pensamos en los hiper mercados sobre surtidos de alimentos en el mundo capitalista y los comparamos con estos mercados, muchas veces solemos olvidarnos de que el sistema de producción es distinto. El sistema de explotación al que somos sometidos los trabajadores es extensivo a los vegetales y los animales. Es decir, siempre hay huevos, porque mantienen a las gallinas confinadas en naves con luz artificial. Siempre hay papas, y todo tipo de tubérculos y vegetales, porque el ciclo vegetal y animal no existe en el mundo capitalista, y se altera mediante el uso de la química y la tecnología.

Debemos reflexionar sobre esos temas, ya que una de las razones que está llevando a la alteración de nuestro medio ambiente es esa relación histérica con él.

Mientras hablábamos de la problemática productiva particular de Cuba no podía evitar acordarme de mi abuela o mi padre cuando afirman que la fruta de "antes" sabía mejor.

Por la tarde fuimos a visitar al hermano de Rafael, que vive en Guanabacoa, perteneciente al Municipio de Regla.

Regla es un nombre familiar para los andaluces ya que existe una virgen de Regla en Chipiona, que es también, negra. Es de origen cubano, y antes africano. Una pervivencia de la religión africana dentro del catolicismo.
El sincretismo de las religiones durante la historia se ha traducido en la asimilación de las tradiciones y el mestizaje. Muchas de las festividades religiosas de nuestro calendario corresponden con antiguas celebraciones paganas. Pues del mismo modo, la Virgen de Regla representa a Yemayá, que es la dueña de los océanos.

La santería y el cristianismo se mezclan en Cuba con otras religiones. Existen muchas personas que practican y creen en el espiritismo, que nada tiene que ver con la OuiJa.

De todos estos temas pudimos hablar con el hermano y el primo de Rafael. Vive en una casita muy sencilla, a la que se accede a través de un porche, cuya puerta siempre está abierta. Su hija es dentista, y explicó lo sacrificado de la vida de un médico en Cuba, ya que la medicina es un servicio y no un acto lucrativo.

Nos hablaron de su vida de militares, y contaron anécdotas sobre la Revolución, y las luchas de liberación en África, donde Rafael ha estado.

Nos hablaron de Fidel, Raul, de lo sacrificado de un guerrillero, de las luces y las sombras. Poco a poco se hizo de noche, allí en familia, sintiéndonos como en casa. Tan lejos y tan cerca.

Volvimos a la Habana en el coche de Leandro, el cirujano.